(Fanfic) I can´t love you more than this continuación ;)



Capítulo 31.



    


Narra Niall:
Estábamos paseando por la calle. Si, Lou, Eveline, Carol y yo. Lou iba haciendo payasadas como siempre y yo… bueno, se podría decir que babeaba detrás de Carol cuando nadie miraba. Siempre antes de salir de casa me hacía la promesa de que la diría todo lo que sentía por ella pero luego, siempre me echaba atrás. Hoy estaba guapísima, llevaba una camiseta azul celeste y unos pantalones cortos blancos. Iba sencilla e irresistible, mi chica ideal. OMG ¡como me tenía de loco!
-Oye, ¿qué os parece si nos subimos a uno de esos?- dijo Lou señalando a una de las barcas que se alquilaban para pasear por el río de aquella ciudad.
-¡Me parece fantástico!- dije. Como las chicas parecían conformes bajamos para poder alquilarlas. El chico que nos atendió hablaba nuestro idioma, y nos dijo que sólo nos podíamos subir dos a cada barca. Es mi oportunidad, pensé.
-Carol, ¿subes conmigo a esta?- la pregunté tendiéndola de la mano.
-Claro- aceptó sonriente dándome la mano.
-Bueno nosotros subiremos a este- dijo Louis agarrando de la cintura a Eveline mientras la hacía cosquillas y ella reía. Subimos y nos sentamos uno frente al otro. Encendí el pequeño motor. Tardé un rato porque nunca lo había hecho y empezaba a estar nervioso, no quería parecer un inútil delante de Carol. Empezamos a movernos suavemente formando pequeñas olas sobre la superficie.
-Hace una tarde preciosa- dijo Carol.
-Sí, me encanta España. Siempre está todo soleado y hace calor. Nosotros no estamos acostumbrados a esto, ¿verdad?
-No, tienes razón. Me hubiera gustado haber nacido aquí como mi padre.
-Yo me alegro de que seas inglesa.
-¿Por qué?
-Porque si no nunca habrías intentado ser nuestra coreógrafa en Londres y eso quiere decir que… nunca te habría conocido.
-Tienes razón Niall, tengo suerte de tener amigos tan buenos como vosotros.
-Oye ¿les retamos a una carrera?- le pregunté a Carol señalando a la barca en la que estaban Louis y Eveline. Ella aplaudió eufórica y asintió varias veces como el ser más adorable que conozco.
-¡Eh Louis hagamos una carrera!- les grité.
-¿¡Y el los que pierdan que hacen!?- respondió Eveline.
-¡Invitan a un helado!- gritó Carol. Yo me relamí, tenía hambre y pensar en un helado fresquito era lo más delicioso que se me ocurría.
-¡Está bien! ¡Que sepáis que nos vais a invitar! ¡Vais a perder lentorros!- nos retó Lou.
-¡De eso nada!- gritamos Carol y yo al unísono mientras nos reíamos. Nos pusimos a la misma altura para que todos tuviéramos la misma posibilidad de llegar antes. Con cuidado para no caerse, Carol se sentó a mi lado y se aferró a uno de mis brazos mientras acercaba su boca a mi oído. Un escalofrío recorrió mi cuerpo, tenerla tan cerca era tan maravilloso y a la vez tentador… me moría por besarla.
-Confío en ti Niall, hagamos que se traguen su orgullo. ¡Yo quiero helado gratis!- dijo Carol. Solté una enorme carcajada que no pasó desapercibida y que hizo que Lou pusiera cara de no importarle nada lo que quisiera que me estuviera diciendo Carol al oído.
-No te preocupes ¡vamos a ganar!- la dije yo al oído.
-¡Eh dejaros de secretitos!- gritó Lou con cara de niño pequeño enfadado. Todos acabamos riendo de nuevo, hasta Lou.- Empezamos a la de 1, 2, 3… ¡ya!


Narra Rosee:
Mientras Harry se cambiaba, o mejor dicho, se ponía algo de ropa, encendí la televisión y me senté en una de las sillas. Estaba en inglés, pero a esas alturas no me importaba, estaba casi segura de que si me dormía sería capaz de soñar en inglés. Eché una ojeada a las cosas que había sacado y colocado en la mesa. Por lo que vi, cenaríamos ensalada porque tenía todo lleno de hortalizas. Me alegró saber que no solo comían comida basura. Mientras seguía empanada mirando las cosas bajó Harry por la escalera pegando saltos de dos peldaños en dos.
-Te vas a caer- dije.
-No me importa. ¿No sabías que yo no me puedo estar quieto ni un segundo?
-Pues no lo sabía, pero me lo imaginaba.
-Ah, yo también se jugar a ese juego.
-¿Qué juego?
-A adivinar lo que piensa el otro- dijo mientras sacaba un cuchillo y se puso a cortar zanahorias. Yo por dentro me meaba de risa pensando en Louis pero me mantuve seria. Ya me dolían los mofletes de tanto reír. Me levanté de la silla en la que estaba sentada y me puse a su lado.
-Ah si… ¿y qué pienso ahora?- dije mientras besaba sus hombros. No lo podía resistir… con el pelo alborotado y sin camiseta estaba de lo más mono. Él sonrió y dejó el cuchillo.
-No es tan difícil saberlo, me lo pones muy fácil. Piensas en que… ¡estás desenando que te tire otra vez al rio!
-Hahaha puede, puede… pero en este momento no pensaba en eso.
-Pues también en que tienes hambre.- Dijo guiñándome un ojo.
-Vale, ahí también me has pillado. Pero también pensaba en algo más.
-¿El qué?
-¿De verdad no lo sabes?- pareció ruborizarse y dejó de mirarme durante un momento.
-Si que lo sé, pero me gusta escucharlo de tus labios.-Vale. Había muerto por millonésima vez. No podía entenderlo. ¿Por qué mi corazón parece que se me va a salir cada vez que estoy cerca de él? Acaricié su fuerte espalda con mis manos y después me abracé a él por detrás.
-Pensaba en lo mucho que te quiero Harry. Siempre vas a ser alguien muy importante para mí. Nunca voy a poder olvidar lo maravilloso y fantástico que eres conmigo. Como nos conocimos, cuando me presentaste al resto de One Direction, lo alucinada que me quedé cuando ensayasteis conmigo, cuando salimos todos juntos, lo feliz que me sentí cuando me pediste que fuera tu novia…De verdad, nunca. Sobre todo lo bien que me haces sentir. Y sé que suena muy cursi todo esto, pero no creo que sea capaz de querer a alguien más que a ti. Te amo, más que a mí misma, y me temo, que esto no va a durar para siempre.
-¿Por qué dices eso? Yo también te quiero mucho. Muchísimo, de verdad.
-Harry… ¿no te das cuenta? Tienes millones de fans que me odiarán por esto. Cuando se enteren y queramos salir a dar un paseo no podremos, nos interrumpirán todo el tiempo y no tendremos intimidad. Eres cantante, eso significa que hacéis giras por todo el mundo durante meses rodeados de famosos, chicas guapas y lejos de vuestra familia. En poco más de un mes, vosotros volveréis a Londres, y yo…- no podía,  tenía un enorme nudo en la garganta y estaba al borde de las lágrimas. La idea de tener que separarme de él era demasiado dolorosa como para incluso tener que imaginármela.
-Tú vendrás conmigo. Yo te quiero, no voy a dejarte por estar distanciados. Vendrás conmigo a Londres, compraré un piso solo para nosotros dos y podrás vivir conmigo. Si quieres, podrías seguir estudiado en el instituto. Las fans te amarán por la bella persona que eres y lo feliz que me haces. Cuando tenga que ir de gira, las horas que tenga libre volveré a Londres tan solo para verte y decirte que te quiero una vez más. Yo lucharé por el gran amor que siento por ti, nunca te dejaré marchar.
Ya no lo aguantaba más. Las lágrimas caían por mis mejillas por aquellas cosas tan lindas pero imposibles que me decía. ¿Cómo iba a mudarme allí? ¿De qué viviría? No quería sentirme como una inútil. Pasaría meses sin verle  y estaría lejos de mi familia. Estaría todos los días pensando en él, añorándole, y no me concentraría en mis estudios. Viviría pegada a la pantalla del ordenador y del móvil para poder ver fotos suyas y escuchar de nuevo el sonido de su voz. No, no iba a poder soportar aquello. Lo nuestro sólo podía ser un amor de verano, nada más. Harry encontraría otra chica y sería feliz con ella, y yo viviría amargada el resto de mis días recordando los días tan perfectos e irreales que pasé a su lado. Porque todo aquello parecía un sueño, un sueño del que algún día tendría que despertar.
A esas alturas yo lloraba desconsoladamente sobre su hombro, abrazándole fuertemente como si mi vida dependiera de ello.
-No Harry, yo no voy a poder irme, mis padres nunca dejarán que me marche. Tu… tu no estás pensando con claridad amor… estás pensando con lo que el corazón te está diciendo.- Apenas era capaz de hablarle, no paraba de soltar hipidos de impotencia y las lágrimas casi habían alcanzado ya mi cuello.- Y no es lo que te va a decir siempre. Cuando esté allí y tengas que marcharte para no volver a verme en meses al principio lo pasarás mal, pero estarás con tus amigos y todo al final se te pasará. Irás a fiestas y conocerás más chicas y alguna de ellas te hará feliz y te olvidarás de mí. Pero Harry, yo no estaré con mis amigos, ni siquiera con mi familia. Estaré en otro país donde muy poca gente habla si quiera mi idioma y estaré sola. Solo podré pensar en ti….
-Rosee por favor no sigas. Entiendo perfectamente todo lo que me estás diciendo pero me duele que creas que me olvidaré de ti en cuanto tengamos que separarnos en algún momento.- Harry tenía la voz ahogada, alcé mi vista y comprobé que él también lloraba.-Yo no te voy a olvidar Rosee. Nunca. Tú eres quien me hace feliz y si no estuviera tan seguro de ello ahora mismo no estaría diciéndotelo. Y creo que aún me queda mucho para demostrártelo. Tenemos todo el verano para estar juntos. No tenemos que preocuparnos ahora de todo esto, tenemos que vivir el presente. Mi presente es estar a tu lado y amarte. Decirte lo mucho que me gusta que te sonrojes cuando me miras, que cuando tú sonríes yo sonrío, cuando tú lloras, yo lloro y que cuando tú me besas me siento el más afortunado del mundo por tenerte a mi lado.
Mi corazón seguía alterado, pero una gran calma inundó mi cuerpo con sus palabras. Temblaba de pies a cabeza. Tenía razón, no merecía la pena ponerse triste por eso ahora. No debía ser tan negativa. Nos mantuvimos abrazados durante unos minutos más, hasta que conseguí dejar de llorar y me calmé por completo. Cuando iba a separarme de él, me lo impidió estrechándome más fuerte entre sus brazos. Yo cerré mis ojos y me concentré en escuchar los latidos de su corazón.
Harry empezó poco a poco a separarse algo de mí, mientras besaba con cariño mi cuello hasta llegar a mi oreja, donde se detuvo. Entre susurros, empezó a cantarme el estribillo de More than this. Unos grandes escalofríos placenteros recorrían todo mi cuerpo al escuchar su voz tan cercana. Aquella sensación, no tenía precio. Me sentía en el cielo. Cuando acabó me miró a los ojos y mientras me agarraba de la nuca y la cintura estuvimos besándonos intensamente durante un buen rato. Su mano de vez en cuando subía y descendía por mi espalda haciendo que casi mi cuerpo ardiera y yo le atraía aún más hacia mí agarrando su rostro con ambas manos y de vez en cuando acariciando sus cabellos.
En ese momento empezó a vibrar mi móvil dentro del bolsillo de la sudadera. Intenté separarme de Harry para contestar, pero él no me dejó hacerlo, todo lo contrario, me acercó mucho más a él.
-Harry… Harry amor tengo que contestar…- balbuceé mientras le seguía besando.
-¿Y tiene que ser ahora? Justo cuando mejor estamos… te necesito.
-Yo también, pero te prometo que solo será un minuto, puede ser importante.
-Está bien.
Saqué mi móvil. Era Álvaro. Ya eran las nueve. Lo cogí.
-¿Rosee?
-Si Álvaro, dime.
-¿Prefieres que te hable en inglés?
-¿Por qué me lo preguntas?
-Porque sé que tu Harry está ahí aunque no lo esté viendo, entiéndeme, yo también he tenido novia; y me gustaría saludarle y así de paso se entera también de todo.- Solté una enorme carcajada. Harry frunció el ceño y se puso serio; no entendía nada.
-Claro, hablemos en inglés- dije yo dejando de usar mi idioma natal. Harry sonrió y me miró agradecido aunque aún no entendía lo que estaba pasando.
-Hola Harry.- Harry se quedó pálido como la cera, como si lo último que pudiese imaginarse es que el extraño que le hablaba por el teléfono sabía su idioma y su nombre- Soy Álvaro, el primo de Rosee. Tranquilo, lo sé todo.
-Ah… pues… hola, encantado.- Dijo Harry un poco cortado.
-Hahaha tranquilo que no te voy a comer. Tienes mi permiso para salir con mi prima.
-Eh, vale ya Álvaro, no quiero que le intimides, a demás, tú no tienes ninguna autoridad sobre mí.- Dije.
-No, si no pasa nada. Es que me he quedado muy sorprendido, eso es todo.- Dijo Harry.
-Ya, lo imaginé. Bueno Rosee, tenemos un problema. Mientras estaba durmiendo, me ha despertado tu padre porque ha llamado al teléfono y me ha preguntado donde estabas. Yo le he dicho que estabas con tus amigos y tal. Pero cree que deberías volver ya a casa. Él llegará en unos veinte minutos y quiere que estés allí para cuando regrese.
Harry me izo un gesto para que tapara el micrófono y le obedecí.
-Rosee, por favor no te vayas, quédate a dormir conmigo.
-Es que Harry no sé… no creo que esté bien.
-Por favor, por favor- me decía mientras se arrodillaba a mis pies. Yo no podía dejar de reír viéndole así. Cogió una de mis manos y empezó a besarla mientras seguía diciendo por favor continuamente.
-Me castigarán Harry… créeme, me encantaría quedarme a dormir aquí.
-O te quedas tú, o me voy a dormir contigo a tu casa…
-¡Harry! Mis padres te matarán.
-Por favor Rosee, ¿no puedes ser mala ni una sola vez en tu vida?- ¿Eran mis imaginaciones o Harry Styles me estaba retando? Le miré desafiante y después contesté al móvil.
-Álvaro, puede que me esté volviendo loca y eso pero no voy a hacer caso a mi padre. Harry me ha pedido que me quede aquí a dormir con él y es lo que voy a hacer.
-Pero Rosee, ¡te castigarán! A demás, ¿que le digo yo ahora a tu padre?
-Pues dile que me quedaré a dormir en casa de mis amigos esta noche.
-¿Y si me preguntan quienes son?
-Les dices que no sabes quienes son. Espero que me perdones por esto, te quiero.- Colgué rápidamente. No quería arrepentirme de lo que acababa de hacer ¡mis padres me matarán! Pero ya me daba igual. Todo sea por estar con Harry, pensaba. Le miré. Se había quedado con la boca abierta de par en par.
-¿Qué? ¿Contento? ¿Ahora quién es la niña buena?
-Madre mía Rosee ¡como te quiero! Ya verás, durante las próximas horas te voy a tratar como la princesa que eres.
-Pero si ya me tratas así…
-¡Pues aún mas! Vamos- me cogió en brazos y subió rápidamente las escaleras mientras reíamos como locos, cuando llegamos a su habitación me dejó suavemente sobre su cama y me dio un pequeño pico.
-¿Y ahora?- pregunté sonriente.
-Ahora vas a tener la cena en la cama.- Yo estaba mas roja que un tomate. Este chico se ve que sabe lo que quiere una chica en todo momento.
-¿De veras?
-Sí, voy ha preparar una ensalada. Sé que no es una cena en condiciones, pero es que no hay otra cosa en casa, Niall se lo comió todo… Toma- me tendió su portátil- así no te aburrirás los cinco minutos que no esté. Ahora mismo vuelvo.
Salió disparado hacia la cocina. Yo encendí el portátil pero me pedía la contraseña.
-¡Harry! ¡Ven a ponerle la contraseña amor!- le grité.
-¡Es Rosee!- me respondió desde la cocina. Una enorme sonrisa bobalicona apareció en mi cara. Mi nombre era su contraseña… Tuve que taparme la boca para que no me escuchara fangirlear. 
 Continuará…


Capítulo 32.

Narra Zayn:

Cuando llegué al escaparate no estaba allí. Pensé que podría estar dentro así que entré. Eché un rápido vistazo pero no la veía. Fui a preguntarle a la dependienta si estaba por allí y me dijo que estaría al llegar. Cuando me dirigía de nuevo a la salida, iba pensando en ella tan distraído, que no me di cuenta de que en ese momento entraba alguien en la tienda. Chocamos. No fue fuerte, pero consiguió cabrearme un poco.

-¿¡Eh?! ¿¡Por qué no miras por donde vas!?- debió decir aquella chica con la que me había chocado. Un momento…

-¿¡Amanda!?- la cara de enfado y fastidio me cambió por completo. Si, era ella.

-Ups Zayn, perdona, es que como no te había visto fuera entré para ver si… bueno, si estabas aquí.- Dijo ella mientras me sonreía y me miraba con sus ojos verdes.

-No pasa nada, yo también estaba distraído. ¿Salimos?- pregunté invitándola a salir primero.

-Claro.

Salimos a la calle y yo me puse de nuevo mis gafas y mi gorra. Tenía que ocultar mi identidad.

-Bueno, ¿y cómo es que has llegado tan tarde? ¿Tantas ganas tenías de verme?- la pregunté.

-No idiota- dijo cariñosamente- es que bueno, estaba…

-¿Estabas?

-Como se enteren mis padres me matan, por eso no sé si contártelo.

-Bueno, no me lo cuentes si no quieres- dije haciéndome el desinteresado. Ese truco nunca falla. Nada mejor que ignorar a una chica para que enseguida te cuente todo lo que quieres saber aunque al principio diga que no.

-Pues eso.- ¿¡Qué, se estaba quedando conmigo!? Me parecía increíble que se callara. Se ve que Amanda no es como el resto… aquello me gustó, mucho. Una chica difícil.

-Bueno… aunque creo que si me lo contaras podrías quedarte más tranquila. Yo no le voy a decir nada a nadie si no quieres.

-Mmmm no sé, ¿me lo prometes?

-Sí, te lo prometo.

-Bueno, pues… yo siempre he soñado con ser actriz. Mis padres son conscientes de ello, pero siempre están diciéndome lo que debo hacer y no me dejan decidir por mí misma. No quieren que sea actriz, quieren que trabaje en la tienda. El único tema de conversación que tenemos últimamente son discusiones sobre todo esto.- Aquello me chocó, muchísimo. Cuando decidí presentarme a las pruebas de X Factor mi familia y mis amigos siempre me habían apoyado, si no fuera sobre todo por mi madre nunca habría realizado la audición. Pero Amanda no parece tener mi suerte.

-Vaya… eso es realmente triste. Pero no me dice por qué llegaste tarde.

-Ah, se me olvidó contarte lo más importante. Bueno, aunque mis padres me lo prohibieran yo… me apunté a clases de arte dramático. Me da igual que mis padres no lo aprueben. Yo estoy muy segura de lo que hago, a demás, todos los profesores que he tenido siempre me han dicho que soy su mejor alumna. Estoy dispuesta a saltarme las normas que hagan falta para conseguir mi sueño.- Me que alucinado pero sobre todo admirado. Primero porque es una chica que tiene muy claro lo que quiere, y segundo porque tiene mucho coraje.

-¡Wow! Menuda historia. Entonces ¿has llegado tarde porque estabas en esas clases?

-Creía que lo había quedado bastante claro.

-Vaya, creo que en parte tienes mucha suerte.

-¿Suerte? Todo el mundo está en contra de lo que hago.

-De eso nada, yo creo que lo que estás haciendo es muy valiente. Y sí, tienes suerte, no todo el mundo tiene tan claro lo que quiere hacer. Yo te apoyo.

-Oh, gracias Zayn.

Caminamos unos minutos más. No entendía muy bien por qué, pero cuando estaba con Amanda me notaba algo nervioso, pero me gustaba estarlo. Era como una droga. Ella era una chica fuerte, rebelde, decidida, con carácter, difícil y si… preciosa. Aquellas mariposillas que dicen que se sientes cuando estás enamorado empezaron a aparecer en mi estómago. Un momento, Zayn, ¿estás enamorado? Venga tío reconócelo, te vuelves loco con cada una de sus miradas, con el más mínimo movimiento de su pelo, con cualquier sonrisa que la provocas. Sí, estaba enamorado. Ya había caído en las redes de aquel maravilloso ángel.

De un momento a otro, empezó a llover violentamente y si no hubiéramos podido entrar en el restaurante más próximo nos habríamos empapado. Miré mi móvil, cero mensajes, cero llamadas, todo iba bien.

-¿Qué te parece si cenamos aquí?- le pregunté. El sitio era bonito, y no estaba muy concurrido. Perfecto para estar solos y tener más intimidad.

-Está bien- dijo Amanda- pero por favor sentémonos aquí.- Dijo señalando la mesa que estaba próxima a la ventana. No objeté nada y ambos nos sentamos.

-¿Y por qué aquí? ¿Qué tiene este sitio de especial?- pregunté intrigado mirándola a los ojos mientras apoyaba los brazos en la mesa. Pareció sonrojarse.

-Me gusta mucho la lluvia ¿sabes? Sobre todo ver cómo llueve y escuchar las gotas caer del cielo.

-Yo ya estoy acostumbrado a las lluvias. Soy británico.

-Vaya… siempre he querido estar en Londres.

-Vivo allí.

-Madre mía, pero tú que eres ¿un príncipe que lo tiene todo?

-Sólo si es eso lo que quieres que sea.- No me mentiréis, aquello me quedó genial. Ella no aguantó y separó su mirada de mis ojos mientras sonreía. Cada vez que hacía eso… me volvía loco. 
En ese instante la puerta se abrió violentamente creando un ruido ensordecedor que hizo que pegara un brinco del susto. Un chico con el ceño fruncido miraba a Amanda con los puños apretados. Aquella mirada no presagiaba nada bueno. Algo en mi interior hizo que sintiera rabia y quisiera pegar a ese tipo que miraba de malas maneras a Amanda. Cerró fuertemente la puerta y se acercó a nosotros. Miré a Amanda. Estaba triste y horrorizada a la vez. Sus ojos brillaban y se contenía las lágrimas pero no observaba a ese tipo, tenía su mirada clavada en mis ojos como suplicando que la ayudase. Y yo sufría porque no sabía cómo ayudarla ni qué decirla al no saber que ocurría.

El chico se acercó a ella y empezó a hablarla. Primero en voz baja pero acabó finalmente gritándola. Las lágrimas de Amanda caían en abundancia por su rostro. Se acabó, yo no podía seguir viendo aquello sin hacer nada.

Narra Amanda:

Todo era precioso y perfecto hasta que llegó él. Sí, aquel al que tantas veces había besado y había amado muchísimo. A mi exnovio. El día anterior me había enterado de que me estaba engañando con otra. Yo no había aguantado ni un minuto más y había cortado con él por teléfono. No quería que montara ninguna escena y él me había jurado que me encontraría y que me demostraría que solo me quería a mí, pero era demasiado tarde. Ya había perdido la fe en ese tipo de tíos. Ya habían sido demasiadas decepciones como para volver a tropezar otra vez con la misma piedra. Le había dicho que le odiaba y que no quería saber nada más de él.

-¡QUE POCO HAS TADRADO EN BUSCARTE A OTRO VERDAD ZORRA!- me gritaba en esos momentos delante de Zayn y de todas las personas del establecimiento. No podía soportar todos esos insultos de los que antes habían salido tantos “te quiero”. Mi corazón roto me oprimía el pecho con fuerza. Las fuerzas se escapaban por mis lágrimas. No era capaz de moverme. Yo miraba a Zayn, en esos momentos era lo único que me daba fuerzas para no morirme allí mismo delante de todos.

Hasta que se levantó de la silla, sí, Zayn. Profirió algunos insultos que mi ex no entendió, normal, si era un idiota que no había sido capaz de aprobar ni una sola asignatura. Me ayudó a levantarme sujetándome con sus fuertes brazos, si no fuera por él no habría sido capaz ni siquiera de mantenerme en pie. 

Salimos a la calle bajo la mirada asesina de mi ex. Era ya la hora de la cena y por aquel barrio ya no circulaba nadie por la calle. La lluvia nos envolvió rápidamente.

-Tranquila. No sé lo que ocurre pero estoy aquí Amanda, estoy aquí. No te pasará nada- me dijo Zayn mientras me apretaba hacia él. Yo me mordía los labios y dejaba que las lágrimas siguieran cayendo. Pero entonces lo vi, mi ex salía del restaurante con los puños apretados. Levantó el puño para herir a Zayn por la espalda.

-¡Cuidado!- conseguí gritar para prevenirle. Con un rápido movimiento Zayn se giró y le pegó un fuerte puñetazo en el estómago a mi ex, e hizo que este último se tambaleara. Había sido un golpe seco y potente, hasta pude escuchar como una de sus costillas se rompió con un sonido que hizo que se me helara el alma. Mi ex se abalanzó encima de Zayn mientras intentaba inmovilizarle como si aquella herida no le importase.

-¡Parad! ¡Parad!- no dejaba yo de gritar para que dejaran de pelear mientras me llevaba las manos a la cabeza. Pero era demasiado tarde. La pelea se hacía cada vez más fuerte. Arañazos, golpes, puñetazos, patadas… Yo no dejaba de chillar como una loca para que alguno de los dos se dignara a parar pero ambos me ignoraron. Tenía ganas de morirme. Estaba muy asustada, sabía de lo que podía ser capaz mi ex y no quería poner a Zayn en peligro.

El muy imbécil consiguió hacer caer a Zayn al suelo y le pegaba patadas en la espalda mientras Zayn se protegía como podía e intentaba callarse los gritos de dolor. Era capaz de sentir cada una de esas patadas en mi cuerpo, llenándome de dolor viendo como Zayn se sacrificaba por mí. Me abalance con sobre mi ex haciendo que dejara de enzarzarse con Zayn, pero con un rápido empujón consiguió zafarse de mí. Sin embargo, aquellos segundos permitieron a Zayn levantarse. Tenía la piel enrojecida por un costado al haberse rozado con el asfalto y un gran corte en las labios. Sus ojos estaban llenos de rabia e ira contenida. Arrinconó a su rival agarrándole por el cuello y apretando su mandíbula mientras le estampaba con la pared.

-¡Has perdido!- gritó Zayn- ¡Sé que has perdido a Amanda! Pero sabes, no te vas a acercar a ella. Estoy seguro de que no le gusta que le grites. No quiero volver a verla llorar por ti. No te acerques a ella ¿¡me oyes!? O te las verás conmigo. ¡Déjala en paz!

Zayn le soltó y cayó rendido al suelo. Corrí hacia Zayn y le abrecé.

-Gracias- musité casi sin fuerzas. Tendría que tener una imagen patética con el rímel corrido por todos lados, empapada de pies a cabeza y temblando.

-Vámonos de aquí- tiró de mi mano y nos metimos dentro de un portal de unos bloques próximos para protegernos de la lluvia que no había dejado de caer. Al sentarnos Zayn no pudo evitar los gestos de dolor. Me sentí fatal.

-Oh dios Zayn estás sangrando- dije rozando sus labios con mis dedos. Zayn agarró mi mano y la apoyó en su mejilla.- No tenías que haber echo esto. Te dije que pararas. Yo…

-Ha merecido la pena- dijo mientras me sonreía. Sangraba y estaba empapado pero a mis ojos era el chico más hermoso que había visto en toda mi vida. Tanto por dentro como por fuera. No aguantaba más. Nadie había echo algo así por mi antes y no sabía como agradecérselo; pero si que había algo que me moría de ganas de hacer. Me acerqué lentamente a él, agarré su rostro con ambas manos y le besé mientras él me estrechaba hacia su torso más y más fuerte; dejándole sentir mi corazón malherido.

Continuará…


Capítulo 33.

Narra Liam:
Iba de camino a la parada de autobús. A unos cincuenta metros ya era capaz de distinguir su larga melena castaña y la funda de su guitarra a la espalda. Sin duda solo podría ser ella, Juliet. En cuanto me vio corrió hacia  mí con una sonrisa de oreja a oreja.
-¡Liam! Que bien que estés aquí. Pensaba que era demasiado imposible volver a ver a mi ídolo.- Dijo mientras me abrazaba. A mi me apareció la clásica sonrisa de bobo.
-Para que luego digan que los sueños no se hacen realidad.- Dije yo.
-Si, son unos necios.
-Bueno, ¿quieres que tengamos otra clase de guitarra?- la pregunté señalando su funda. Me moría de ganas por escucharla de nuevo tocar.
-Pues no sé… no quiero aburrirte.
-No me aburres en absoluto. Venga ¿A dónde podemos ir?
-Conozco un sitio un poco alejado y muy bonito cerca del río.
-Pues ya está, decidido.
Nos pusimos en camino. Me estuvo contando con más detalles lo que la ocurrió el día anterior con su exnovio. Woho me entraban ganas de brincar cada vez que decía aquella palabra porque sí, me tenía en el bote. Sencilla, tímida y muy muy especial y talentosa, así era ella. Se podría decir que era mi chica ideal.
-Pues tienes que sacártelo de la cabeza- la aconsejaba- intenta hacer otras cosas que te distraigan y que te gusten para no pensar en… bueno, ese idiota.
-Sí, tranquilo, ya estoy haciendo dos de esas cosas.
-Ah; ¿y cuáles son?
-Una quedar contigo y la otra hablar contigo.- No hacía falta decir que con aquello me puse rojo como un cangrejo en verano. Era adorable.- Y pronto voy a hacer otra.
-¿Cuál es la tercera?
-Tocar para ti.- No aguanté más y la di un pequeño abrazo mientras la revolvía el pelo. Ella hizo como si se enojara y me empujó un poco mientras reíamos a más no poder.
Llegamos. Ella tenía razón, aquel sitio era muy bonito y apenas había nadie. Nos sentamos en el césped de aquella especie de parque y ella sacó su guitarra de la funda.
-Bueno, esta mañana estaba pensando en todas las cosas que me están sucediendo y decidí ponerme a practicar una nueva canción que hace que me libere de toda mi ira.
-Vaya, eso es estupendo. Yo también algunas veces he hecho lo mismo aunque… la verdad, me cuesta mucho imaginarte enfadada.- Ella rio y yo también. Era verdad, Juliet es una chica muy dulce y cuesta imaginársela así.
Practicó algunos acordes y empezó a tocar. Con las primeras notas adiviné de qué canción se trataba. Set fire to the rain, de Adele. Preciosa y muy apropiada para aquella situación. Yo por lo bajito empecé a cantarla y al final se podría decir que hicimos una actuación. Lo bordamos.
-¡Vaya! Tu voz suena mejor incluso en directo.- Me dijo sonrojada.
-Pues tú tocas de miedo. Algún día te sacaré al escenario para que toques delante de las directioners.
-Hahaha oh dios mío, me moriría de vergüenza.
-¿Vergüenza de qué si lo haces genial?
-¿¡Liam!?- escuché a alguien detrás de nosotros gritar mi nombre. Una voz muy familiar. Un momento… ¿¡Era Louis!? Me giré. Si era él, estaba con Niall, Carol y Eveline montados en un par de barcas por el río. Espera, ¿¡barcas!? Estos chicos se la van a cargar algún día, pensé. Me levanté y me asomé indicando a Juliet que me siguiera.
-¡Oh dios mío Niall y Louis!- gritó Juliet en cuanto los vio. Todos nos reímos y yo me acerqué a Juliet por si le daba algún desmayo. Los chicos bajaron de las barcas dejándolas en un lugar seguro y vinieron a nuestro encuentro.
-¡Hola Liam!- me dijeron todos al llegar.
-Hola chicos, os presento a Juliet. Es la fan nuestra de la que os hablé ayer.- Dije presentándola a los demás. Todos la saludaron y  se presentaron mientras ella se acercó a darle unos besos a cada uno. Estaba realmente emocionada.
-¡Madre mía no puedo creer que os esté viendo ahora mismo!- gritaba ella.
-Tranquila, como eres amiga de Liam tienes permiso para tocarme el culo.- Decía Louis mientras ella soltaba una risa nerviosa.
-¡Vaya! ¿Tocas la guitarra?- dijo  Niall emocionado mientras cogía la guitarra que Juliet había dejado en el suelo.
-Sí, bueno, estoy aprendiendo- le contestó tímidamente.
-De eso nada. Toca genial. Hace un momento ella tocaba Set fire to the rain y yo cantaba. Hemos hecho una pequeña actuación.- Dije yo.
-Guau, ¿podéis repetirla?- preguntó Carol. Miré a Juliet. Yo estaba dispuesto y encantado pero ella…
-Tranquila, lo harás bien. Sólo se tu misma, el resto saldrá por si solo- la dije para tranquilizarla.
-Está bien- dijo ella finalmente. La vitoreamos y nos sentamos en el césped de nuevo. Empezó a tocar y yo a cantar. Al final el resto de los chicos acabaron haciendo los coros y nos lo pasamos genial.
-¡Chica menudo ritmo!- dijo Lou- Casi tocas mejor que Niall y créeme cuando te digo que eso es un halago.
-Hahaha claro que me lo creo, a demás yo ya sé que Niall toca de miedo. Soy una fan, ¿recordáis?
-Tienes razón. Es que a veces se me olvida porque tú no estás continuamente gritando y eso…- dijo Lou. De pronto un gran trueno atravesó el cielo y como si de un acto reflejo se tratara me acerqué a Juliet. Ya era tarde, la hora de la cena. Empezó a llover.
-Será mejor que vayamos a por el coche cuanto antes- dijo Niall.
-Bueno, entonces yo me voy a mi casa- dijo Juliet.
-No, ven con nosotros. Estás un poco lejos y vas a acabar empapándote. Nosotros te llevaremos a casa- dije yo mientras Lou me daba un codazo.
-¿De verdad? Es que no quiero entreteneros.- Dijo ella.
-Tranquila, a nosotras también nos tienen que llevar- dijo Eveline.
-En ese caso, está bien.
Empezamos a correr mientras nos cubríamos como podíamos la cabeza con las manos. Para ir más rápido, con un rápido movimiento me puse sobre la espalda la guitarra de Juliet. La poca gente que había por la calle nos miraba extrañados pero nosotros nos lo estábamos pasando bien, eso es lo que importaba. Cuando estuvimos cerca, Lou abrió el coche con el mando y pudimos entrar rápidamente y casi caímos unos encima de los otros. Fue entonces cuando mi móvil sonó. Lo cogí.
-Liam al habla- dije.
-Liam soy Zayn… tío tenéis que venir a por mí.
-¿Y qué te pasa? ¿Te han pegado una paliza y por eso no te funcionan las piernas?- dije yo riéndome. Habíamos quedado en que él vendría a nuestro encuentro, lo último que me esperaba es que aquello era cierto.
-Pues sí, algo así.
-Pe-pero Zayn ¿estás de broma no?
-No, no me estoy cachondeando. Me duele todo el cuerpo.
-¿Pero por qué lo has hecho? ¿Con quién te has pegado? ¿Por qué?- cuando dije aquellas palabras todos a mí alrededor se callaron mirándome con atención y Juliet se llevó las manos a la boca con horror.
-Ya os lo contaré mas tarde cuando estemos todos juntos. Recogerme en la plaza con la fuente del centro. Yo estoy allí. Adiós- Me colgó y me tuve que tragar las palabras que quería decirle. ¿¡Estaba loco o qué!? Aquello formaría un escándalo si le ha dejado secuelas físicas. Estaba preocupado, muy preocupado y de pronto me acordé. La tarde anterior, la chica con la que estaba el exnovio de Juliet era Amanda. ¿Y si…? Oh, se habrá liado una muy buena, pensé.
-Lou, no hay tiempo para explicaros, tenemos que ir rápidamente la plaza con la fuente del centro. Zayn nos necesita.- Dije.
-Eso está hecho. ¡Abrochaos los cinturones!- no dio tiempo a hacerlo. Lou aceleró de tal manera que casi hacemos que vuelque el coche sobre el suelo resbaladizo por la lluvia y nos puso el corazón a cien. Parecíamos unos perseguidos por la policía pero no le dije que parara. Si algún paparazzi encontraba a Zayn así sería un escándalo, las fans nos encontrarían, no nos dejarían en paz durante días...y Paul y Simon nos matarían.
Doblamos la última esquina vertiginosamente y le vimos sentado en un porche con… ¿Amanda? Ambos se levantaron y se acercaron al coche en cuanto nos vieron. Hablaron durante unos segundos y ¿¡SE BESARON!? Me quedé con la boca abierta, las chicas gritaban de emoción y a Lou parecía que se le iban a salir los ojos. Zayn tendría que darnos muchas explicaciones. Éste abrió la puerta del asiento del copiloto que le teníamos reservado y se despidió de nuevo de Amanda con las manos mandándola un beso. Tenía un costado enrojecido por el roce con algo, probablemente el suelo; un gran corte en los labios y estaba empapado.
-¡AHORA TU TAMBIÉN TIENES NOVIA! ¿¡Y ENCIMA VAS POR AHÍ PEGANDO!?- dijo Lou con la voz más aguda de lo normal. Zayn sólo podía sonreír como un bobo.
-Un momento, a ti no te conozco- dijo Zayn girándose hablando con Juliet. Ella se puso colorada y se llevó las manos a la cara. Parecía que estaba a punto de estallar como una hoya a presión. Todos empezamos a reírnos. Las reacciones de las fans son de lo más graciosas.
-Ella es Juliet, la chica de la que te hablé ayer. Nuestra fan.- Dije yo.
-Ah, encantado entonces, siento que me tengas que ver con estas pintas, créeme yo no suelo ir por ahí así.
-No, tranquilo no pasa nada. Aun así me pareces increíble.- Dijo ella. Nos reímos de nuevo.
Rápidamente con el coche Lou llevó a las chicas al hotel, a Juliet a su casa, después de dar muchísimas vueltas por todos lados hasta dar con la dirección correcta.
-Oye Juliet, por favor, tengo que pedirte que no le digas nada a nadie que has estado con nosotros. Tenemos que pasar todo el verano aquí y no queremos tener líos con fans. A demás sino, no podremos volver a quedar- la dije guiñándola un ojo.
-Claro Liam, no tenéis por qué preocuparos. No diré nada.- Dijo ella sonriente. Todos nos despedimos.
 Nosotros cuatro finalmente solos volvimos a casa, haciendo tonterías como siempre. Intentamos evitar el tema de lo que le había pasado a Zayn porque no queríamos atosigarle, a demás, si le preguntábamos lo mismo se ponía en plan borde como cuando le hacemos eso. Por supuesto no le dura mucho pero no queremos enfadarlo. Llegamos a casa, fuera estaba mal aparcada la moto de Harry.
-Vaya, ¿tan loco le tiene Rosee que no ha podido ni aparcar bien su moto?- preguntó Lou indignado. Miré la ventana que daba al cuarto de Harry. Estaba cerrada y no se veía ni pizca de luz en su cuarto.
-¿¡No será tan vago como para quedarse dormido a las once!?- dije- Ahora no se duerme ni mi abuela.
-Pues yo si me dormiría- dijo Niall- ya estoy cansado.
-De ti me lo creo duendecillo, la verdad es que yo también estoy hecho polvo- dijo Zayn mientras yo abría la puerta de casa.
-No, si eso ya lo vemos- dijo Lou.
-Tienes que decirnos que te ha pasado tío y de paso desinfectarte eso- dijo Niall señalando el gran corte de Zayn- está realmente feo.
-¡Oh no, mi cara!- dijo Zayn saliendo pitando escaleras arriba posiblemente a mirarse al espejo. Este chico ¡está obsesionado con su imagen! Niall se fue rápidamente a la cocina, adivinad por qué… exacto, para hacerse un bocata enorme. Lou siguió a Zayn a hacerle una de las suyas, pero yo me preguntaba todo el rato donde estaba Harry. No nos había dicho nada al entrar y eso era raro, lo normal es que saliera corriendo a abrazar a Lou y luego al resto. Empecé a mirar por la cocina, la sala de juegos… en fin, por todas partes hasta que llegué a su cuarto, cerrado.
Llamé pero no me contestó, abrí un poco la puerta, sólo un poquito, una pequeña rendija. Algo de luz iluminó la estancia y una sonrisa de dibujó en mis facciones. Harry y Rosee dormían abrazados bajo las sábanas mientras él la estrechaba en sus brazos…
Continuará…


Capítulo 34.

       
 (Unas horas atrás) Narra Rosee:
Encendí el ordenador pero no me parecía buena idea ponerme a cotillear en los asuntos de Harry así que simplemente me metí en Twitter durante un minuto y luego apagué el ordenador de nuevo. Me tumbé cuan larga era en su enorme cama de sábanas moradas. Después de haber estado nadando sin parar durante horas notaba que mis articulaciones estaban realmente agotadas y lo único que me apetecía en ese instante, para que negar, era simplemente no hacer nada. Cerré los ojos y noté como mi cuerpo se relejaba cada vez más y más, y que mi mente empezaba a abandonar la realidad para intentar atrapar un sueño. Cuando llevaba ya cinco minutos así, adormilada, sentí unos pequeños besos por mis brazos y unas ligeras caricias por mis piernas. Sonreí.
-¿Prefieres seguir dormida o cenamos?- me preguntó Harry.
-No, cenemos mejor, no quiero que luego me entre el hambre. A demás, después de que tu hayas estado preparándolo todo, no me parece bien por mi parte no comer nada.- Dije mientras me reincorporaba.
-Eres la mejor. Te quiero.
-Yo también te quiero Harry.
- ¿Ponemos la televisión?
-Claro, a ver si así me despierto un poco.- Dije mientras me acercaba una de las bandejas que Harry había traído consigo. Fue perfecto, no tenía mucha hambre así que una ensalada ligera era lo mejor que podría haber cenado. Cuando acabamos, ayudé a Harry a llevar todo de nuevo a su sitio, por mucho que él me insistió en que quería hacerlo solo. Subimos de nuevo a su cuarto y ambos nos dejamos caer sobre la cama mirando el techo.
-¿Y ahora?- dije mientras hacía círculos con mi dedo índice sobre la palma de su mano. Él me miró con una sonrisa pícara que marcó sus adorables hoyuelos e hizo que enrojeciera al instante. Me miró de arriba abajo con sus ojos azules durante unos segundos.
-¿Te apetece el postre?- preguntó cuando dejó sus labios a escasos centímetros de mí. ¿Cómo decirle que no? Asentí con ganas.
En cuestión de segundos Harry me besaba con pasión mientras me adhería aún más a él. Nuestras lenguas se entrelazaban y tuve la extraña sensación de no necesitar respirar, sólo lo necesitaba a él y no quería dejar ni un instante de besarle. Su mano recorría cada centímetro de mi piel, pasando por mis piernas, mis glúteos y mi cintura haciendo que sintiera un sofocante fuego en mi interior. Numerosos escalofríos recorrieron mi cuerpo haciendo que se me pusiera la carne de gallina. Mi ídolo, mi amor, mi alma, mi novio, sólo nosotros dos.  Con un rápido movimiento, Harry se colocó encima de mí pero sin dejar que su peso me aplastase, mientras que con sus labios húmedos besaba con deseo mi cuello. Cerré los ojos. Mi respiración se mezclaba con la suya.
Yo le estrechaba hacia mí con mis brazos y agarraba de vez en cuando su pelo. Besaba sus hombros y me dejaba llevar. Los minutos pasaban rápidamente y las caricias y los besos iban cada vez a más. Sentía un gran hormigueo por el estómago, mi respiración cada vez me parecía más dificultosa y ambos soltábamos pequeños suspiros, hasta que de repente me di cuenta de lo que estaba pasando. Abrí los ojos. Harry estaba en boxers y yo únicamente con mi bikini; el resto de la ropa estaba tirada por el suelo. Tenía la sensación de estar literalmente metida dentro de un horno por el calor que inundaba mi cuerpo.
Empecé a agobiarme y sentí algo de miedo. Aún no me veía preparada para dar ese gran paso en mi relación con Harry. Él se dio cuenta de que no le seguía los besos y dejó de besarme. En su mirada percibí muchísima euforia y deseo hasta tal punto que casi consiguió que me olvidara de todo y quisiera seguir, pero eso no sucedió.
-Rosee, ¿te ocurre algo?
-Es que… Harry yo… no puedo seguir con esto. No me veo preparada. Tengo miedo.- Dije mientras me acercaba a él y apoyaba mi cabeza en su pecho.
-Tranquila, no pasa nada, yo no voy a hacer nada que tú no quieras. Solamente quería demostrarte cuanto te amo. No tengas miedo mi pequeña- me contestó besando mi frente.
-Joder, acabo de estropearlo- dije haciendo una mueca. Me sentía mal, muy mal, pero sobre todo estúpida. Millones de chicas querrían haber estado en mi lugar en ese momento. Seguro que era la primera que le rechazaba…
-No, tranquila, no has estropeado nada.- Besó mi mano y la apoyó en su mejilla mientras sonreía. Aquellos ojos azules, aquel pelo alborotado, sus mejillas sonrojadas, su perfecta sonrisa.
-Perdóname Harry. De verdad. No pensaba que esto fuera a llegar tan lejos. No me di cuenta de lo que hacía y no pude dejarlo antes.
-Ya está. No ha pasado nada. Cuando te veas preparada aquí estaré yo esperándote. A demás… me ha gustado mucho tenerte tan cerca de mí- sonreí. Harry parecía saber siempre como arreglarlo todo. Aquello me demostró que me quería de verdad, porque por lo que había visto, si esto hubiera pasado con otro puede que me hubiera dejado tirada. Ahora le quería aún más, si podía ser posible.
-A mí también me ha gustado, mucho- dije mirándole a los ojos con ternura.
Narra Harry:
Estaba enfadado conmigo mismo. ¡Que coño me había pasado! Debería haberme dado cuenta de lo que la ocurría antes. Aunque la verdad era que me había vuelto loco. Poder besar su piel, tocarla, aspirar su perfume…  ahora entiendo la frase de “todos somos humanos”. Aun parecía que el corazón se me iba a salir del pecho por la excitación, mi cuerpo me delataba claramente y tenerla a mi lado en bañador no ayudaba nada.
-¿Estás cansada?- la pregunté. Ella asintió y cerró los ojos. Jugueteé unos minutos con su pelo y acaricié un poco su mejilla. Me paré a pensar. Si había sido su primer novio, si hubiéramos seguido habría sido… en fin, su primera vez. Íbamos demasiado rápido, aquello tendría que esperar. Pero es que cuando estoy con ella es como si la conociera desde siempre, como si hubiéramos crecido juntos. No quería que me tomara por un aprovechado.- Te quiero.- La dije como intentando dejar de pensar en eso y enmendar mi error.
-Yo también te quiero mucho Harry.
Después nos quedamos en silencio y seguí acariciándola mientras ella continuaba con los ojos cerrados. Parecía tan frágil, delicada, hermosa… y me quería a mí. Tenía algo que ninguna de mis anteriores novias han tenido. Tiene algo que hace que desee protegerla por encima de todo, que no me quiera separar de ella, de querer amarla cada día mas y de poder hacerla sonreír todo el tiempo; porque si hay algo que me encanta de ella por encima de todo, es sin duda su sonrisa y hacerla feliz.
Tumbada de lado, la curva de su cintura en su maravilloso cuerpo era muy visible, y su pelo largo y rizado caía en cascada por su espalda. Sólo una palabra podría definirla en todos los sentidos: bella.
Su respiración se hizo más lenta y se acompasó, se había dormido en mis brazos. Alcancé una de las sábanas y cubrí nuestros cuerpos con ella; no quería que pasara frío. El tiempo se había trastornado y parecía que era otoño en vez de principios de verano. Después de todo el amor que había vivido con ella ese día, me quedé dormido también estrechándola contra mi pecho mientras escuchaba las gotas de lluvia chocar contra la ventana.
A la mañana siguiente:
Me desperté. Lo primero que vi fueron sus hombros desnudos y su pelo delante de mí. Podría acostumbrarme a esto, pensé mientras me aparecía una sonrisa mañanera. Miré el reloj, eran las ocho. Aún era muy temprano para que los demás estuvieran levantados, un momento ¡ni si quiera los había visto! Supuse que me quedaría dormido con Rosee y luego llegaron. Con cuidado de no despertarla me levanté despacio, sin hacer movimientos bruscos. Me puse los pantalones, nunca se sabe quién puede andar por casa mientras ellos hayan salido por ahí sin mi. Con un rápido movimiento me peiné un poco con los dedos. Miré a Rosee. Se veía tan mona dormida, estaba abrazada a la almohada con las piernas ligeramente encogidas y me pareció distinguir una pequeña sonrisa en su cara.
No lo pude evitar, me acerqué a ella antes de salir para darla un beso en la mejilla. Movió un poco su naricilla y continuó dormida. Salí de la habitación. Bajé abajo pero no veía a nadie levantado, así que decidí ponerme a molestar un poquito a Louis. Subí a su habitación. Estaba todo por ahí tirado y dormía al revés; es decir, con los pies en la almohada y la cabeza al final de la cama.
-Madre, no se duerme a gusto si no es conmigo.- Susurré mientras me acercaba a él divertido. Le zarandeé un poco para despertarle.
-No Kevin, ahora no tengo ganas de subir al tobogán mágico- decía Lou en sueños. Me reí ¡está loco!
-Lou…Lou despierta anda- le dije.
-Mmmm cinco minutos más mami…
-Hahaha Lou no soy tu madre, soy Harold.
-¡Harry!- gritó rápidamente con los ojos como platos despertándose.
-Si soy yo.
-Ay tío ¿para qué me despiertas a estas horas?
-No sé, tenía ganas de hablar.
-¿Hablar de qué? ¿De como lo hicisteis Rosee y tú ayer mientras estabais solos?
-¿¡Qué!? Idiota. No hicimos nada…- creo que me puse colorado como un tomate cherri.
-Si, vamos Harry, y voy yo y me lo creo. Ni que no te conociera. Os vimos ¿sabéis? Cuando llegamos estabais los dos acurrucaditos en tu habitación.
-Que no idiota que no, ¡No hicimos nada!
-¿Qué no hicisteis?- preguntó Niall apareciendo por la puerta y cerrándola después de entrar.
-¿Y tú que haces aquí duendecillo irlandés?- preguntó Lou.
-No podía dormir más. El bocata de anoche no me sentó muy bien, pero no me cambiéis de tema ¿Estás hablando de ti y Rosee?- preguntó Niall señalándome.
-Si- dije con resignación, no quería seguir hablando del tema.
-Le he preguntado si él y Rosee anoche lo hicieron y el muy mentiroso me dice que no- dijo Lou, Niall se descojonó con aquello pero yo me mantuve serio.
-No tengo por qué deciros nada, esas cosas sólo son entre Rosee y yo, y es cierto; no hicimos nada, solamente cenamos y dormimos, nada más.
-Pues eso colega me parece super raro… conociéndote…- dijo Niall con una sonrisa burlona. Aquello me incomodaba, mucho. ¿Qué pasa? ¿¡Es que todo el mundo me ve como un aprovechado!? Les dirigí una mirada asesina a los dos mientras me levantaba del suelo y salía de la habitación. Ambos me siguieron hasta la cocina donde iba a hacerme el desayuno.
-Eh tranquilo Harold que si te vas a enfadar de esta manera ya si me lo creo- dijo Lou dándome unas palmaditas en la espalda.
-Eso tranquilo, somos tus amigos y te creemos- continuó Niall.
-No joder, no es que me creáis o no ¿sabéis? Es que me da mucha rabia que penséis eso de mí.
-¿Pensar el qué?- preguntó Niall.
-Pues… ¡que sea un aprovechado y que lo haría con cualquiera! No soy tan capullo.
-Ya bobo, te lo decimos porque sabemos que para ti Rosee no es ninguna cualquiera y que la quieres mucho.- Dijo Lou.
-Sí, y si a eso le añades que ella también te quiere y reconócelo que tu estás hecho un galán- continuó Niall.
No podía enfadarme con ellos. Me conocen demasiado bien y si, eso tenía que reconocerlo. Les miré sonriente de nuevo y les di un abrazo. Mis amigos son parte de mí, sin ellos no sería nada. Para mí ya son más que amigos, son mis hermanos.
-Vas a flipar en colores cuando veas lo que le pasó a Zayn ayer- dijo Lou. Aquello me extrañó.
-¿Qué le pasó?- pregunté.

Continuará…


Capítulo 35.

Narra Rosee:
Abrí lentamente los ojos. Uno de los escasos rayos de sol que entraban por la ventana rápidamente me cegó y tuve que cerrarlos de nuevo, los froté con mis manos y los abrí de nuevo. Estaba algo desorientada, no me sonaba nada de mi entorno hasta que recordé. Anoche Harry y yo si… aquello. Recordándolo no pude evitar una sonrisa, estaba hecha toda una cría todavía y antes pensaba que me iba a comer el mundo. No sé por qué, pero de pronto me entró la vergüenza. ¿Cómo mirar a Harry ahora? Me giré, pero vi que Harry no estaba. Miré el reloj, ¡las diez! Menuda dormilona soy, pensé.
Rápidamente me levanté de la cama dando un pequeño salto y me puse mi ropa. Abrí la puerta y lentamente bajé las escaleras. Escuché voces en la cocina así que fui para allá. Todos estaban allí desayunando, hasta Zayn y eso que él suele dormir hasta tarde.
-¡Buenos días Rosee!- dijeron todos nada mas verme con amplias sonrisas.
-Buenos días- contesté. Miré a todos uno por uno y me detuve en Harry. Rápidamente mis mejillas se encendieron de nuevo recordando los besos, las caricias, pero sobre todo su mirada. Sentí… ¿vergüenza? Era algo así, pero no del todo. Salí de la cocina al darme cuenta de que me acababa de levantar y que debería tener unos pelos de loca; y por supuesto, no podía tener esas pintas delante de mis ídolos.
Me miré al espejo. Tenía razón, parecía un auténtico león andante. Me lavé la cara y me peiné un poco. Alguien llamó a la puerta del baño. Como había terminado, abrí y me encontré con él.
-¿Qué te pasa? ¿No me vas a dar ni un beso de buenos días?- dijo Harry apoyándose en el marco de la puerta.
-Ah, claro, es que quería despejarme un poco. Cuando me he levantado no sabía ni donde estaba- dije sonriendo levemente mirando al suelo.
-Oye Rosee- con su mano levantó mi mentón, obligándome a mirarle a los ojos. Después agarró mis manos con suavidad- no pasa nada. No tienes que sentir vergüenza conmigo ¿sabes?- Iba a negar con mi cabeza pero siguió hablando- No intentes negármelo, te conozco. Es como si hubiéramos vuelto al primer día que nos conocimos, a aquella Rosee tímida y que se ocultaba. No es que me disgustase, porque me enamoré de ella, pero no quiero que vayamos hacia atrás.
-Está bien Harry, no te lo negaré porque entonces estaría mintiéndote pero es que nunca me había pasado esto y… no sé que debo hacer. Me siento un poco perdida.
-Si no sabes que hacer… sólo bésame.
Una sonrisa enorme apareció en mi cara. Me puse de puntillas y rodeé su cuello. Nos besamos, lenta y suavemente como si fueran pequeñas caricias, mientras notaba que volvía a ser la misma de antes y que la vergüenza desaparecía de nuevo.
-¿Ves? No es tan complicado. Ahora si son buenos días- dijo Harry.
-Ehemm- nos giramos, todos en esos momentos nos miraban desde el final del pasillo con sonrisas cómplices.
-¿¡No tenéis nada mejor que hacer!?- dijo Harry mientras a mi me daba la risa floja.
-Es que tenía hambre, quería más de tus tortitas y he subido a buscarte.- Dijo Niall refiriéndose a Harry.
-Luego nosotros le hemos seguido y nos hemos encontrado con un espectáculo hahaha- dijo Zayn divertido.
-Anda bajemos que yo también tengo hambre- dije yo separándome de Harry para salir corriendo a la cocina. Me senté la primera y Harry preparó una segunda ronda de tortitas que se volatilizaron rápidamente gracias Niall. Cuando estábamos acabando de desayunar llamaron a la puerta.
-Voy yo- dijo Liam. Al rato volvió a la cocina seguido de Paul, el manager.
-Hola chicos- dijo.
-Hola- respondimos todos.
-Vaya, tenemos una chica por aquí que no conozco, ¿quién eres guapa?
-Ah, pues yo soy Rosee- dije medio tartamudeando. Realmente me ponía muy nerviosa estar delante del hombre que prácticamente es un segundo padre para los chicos.
-Es mi novia- dijo Harry cortante mirando a Paul con seriedad. La cara de Paul cambió radicalmente y se volvió seria. Eso hizo que me pusiera nerviosa.
-Encantado entonces y Harry… ¿podemos hablar un segundo?- dijo Paul. Harry me miró unos instantes con resignación y al final le siguió hacia el salón. Yo miré a los demás, no parecían preocupados pero algo ensombreció sus miradas.
-Voy la habitación de Harry un momento, quiero coger mi móvil- les dije. Pasando por el pasillo escuché la voz de Paul hablando con Harry, mi cerebro me ordenó seguir andando y pasar de largo; pero mi corazón me decía que necesitaba escuchar lo que estaba ocurriendo. Me escondí en el hueco que había debajo de la escalera y me mantuve en silencio.
Narra Harry:
-Esto no es bueno Harry.- Me dijo Paul.
-¿El qué?- dije intentado aparentar no saber de lo que estaba hablando, aunque lo sabía perfectamente. No era la primera vez que ocurría.
-¿Qué va a ser? Que tengas novia Harry. Sabes que no es bueno para las ventas. Las fanáticas quieren más a sus ídolos cuando saben que están solteros y piensan que tienen alguna oportunidad con ellos. Sobre todo contigo especialmente. Que tengas muchas amigas vale, pero algo así… sería malo para el desarrollo de la banda de cara al público.
-Pero Paul no puedes pedirme que no la quiera, yo no soy una máquina y la quiero, estoy enamorado de ella- dije con rabia.
-Sí ya, eso mismo me dijiste con todas las anteriores y luego no duraste con ellas mas de una semana. Te lo digo por el bien de la banda y… el de ella. Acabarás haciéndola daño.- Aquellas palabras taladraron mi corazón con fuerza. Apreté el puño y la mandíbula para evitar liarme a patadas con cualquier cosa que tuviera delante para intentar descargar mi rabia porque sí; en parte tenía razón, siempre había sido uno de esos que buscan un ligue de fin de semana sin compromisos y con aquellas chicas había pasado lo mismo. Pero Rosee… con Rosee no era igual, nada era igual, ella valía mucho mas que todas esas chicas juntas. Lucharía por ella.
De pronto escuché unos llantos provenientes del pasillo y cómo alguien subía la escalera a toda velocidad.
-Rosee- conseguí balbucear antes de correr tras esa persona. Mi sexto sentido sabía que se trataba de ella. Me sentí mal, no fatal. No tendría que haber escuchado aquello. Paul intentó pararme pero no lo consiguió. Llegué a mi cuarto, me detuve a respirar hondo y abrí suavemente la puerta. La vi, estaba sentada en el rincón mas alejado de la entrada de la habitación con la cabeza entre las rodillas. Vi como temblaba por el llanto y cómo al notar mi presencia se encogió aun más. Aquello me mataba por dentro, no podía verla llorar.
-Rosee yo… lo siento. Siento que hayas tenido que escuchar eso. Pero quiero que sepas que yo te quiero y que no voy a dejar que nada se interponga entre nosotros dos. Yo lucharé por ti- intenté rodearla entre mis brazos pero se separó de mí e izo que me sintiera como la peor persona que existiera en este mundo. Se secó las lágrimas de espaldas a mí y luego me miró con los ojos llorosos, incapaces de contener las lágrimas al verme.
-Llévame a casa Harry. No quiero seguir estando aquí sabiendo que hago este mal a la banda y que te cansarás de mi como te cansaste de todas esas chicas. Paul me ha abierto los ojos y creo que es mejor que salga de tu vida antes de que ambos nos las estropeemos. No me veo capaz de aguantar el miedo constante a que algún día te pierda y que no me pueda olvidar de ti.



No aguantaba más. Esas palabras me iban destruyendo poco a poco y dolorosamente. Un nudo en la garganta se fue formando hasta que explotó y mis lágrimas cedieron cayendo una tras otra sin cesar. ¿Y si tenía razón? ¿Y si hacía daño a la persona que mas quería? Yo sólo sabía una cosa, que estaba perdidamente enamorado y que ya no me imaginaba un mañana si ella no estaba a mi lado.
-Rosee no puedo dejarte marchar, yo te quiero, eso es lo único que sé. No sé que haré en un futuro, pero sé que no habrá nada si no estás ahí para quererme. No hagas caso a Paul por favor, tú no eres como esas otras chicas.
-Sí, yo soy más estúpida pensando que tú y yo algún día podremos estar juntos como una pareja normal porque nunca podremos serlo. ¿Cómo pretendes que te crea cuando me dices que me querrás siempre sabiendo que tus anteriores novias han estado contigo una semana? Esto, esto es muy duro para mí y necesito pensar. Por favor llévame a casa.-Se puso de pie. Sabía perfectamente que estaba dolida y disgustada pero yo no podía dejarla marchar así.
-¡Tu eres especial Rosee!- grité sin poder evitarlo- no tienes que pensar en lo que yo haya echo antes con mi vida, piensa en cómo he estado cuando hemos estado juntos. Piensa en como te miré cuando te vi en la carretera. Piensa en como me quedaba a veces embobado mirándote sin que te dieras cuenta. Piensa en como te sientes cuando estás conmigo. Piensa en lo feliz que eres capaz de hacerme con solo sonreír… por favor, piensa en eso si quieres pensar algo.- Se tapó el rostro de nuevo, cuando empezó a llorar con mas intensidad y se sentó en mi cama incapaz de moverse.
-¿Por qué?- preguntó entre susurros.- ¿Por qué tienes que ser así?
-¿Así de idiota?- dije con lágrimas cayendo por mi rostro aun. No podía evitarlo, aquello me estaba matando.
-¿Por qué cada vez que me pasa esto consigues que quiera quedarme mas tiempo aún contigo? ¿Por qué eres capaz de hacerme reír o llorar tan fácilmente? ¿Por qué no puedo abrir esa puerta y salir corriendo de aquí? Pero sobre todo, ¿por qué ya no soy capaz de sacarte de aquí?- señaló su corazón. La abracé, y esta vez no se apartó de mí. Sus lágrimas empapaban mi camiseta y yo la apretaba hacia mí con fuerza. Permanecimos en silencio hasta que nos calmamos. Recorrí con las yemas de mis dedos su mejilla, su cuello, sus hombros mientras notaba que la calma volvía de nuevo a mí.
-Yo me pregunto lo mismo- dije, una leve sonrisa apareció de nuevo en sus labios- Sólo hay una respuesta para eso y ambos la sabemos.
-Te quiero- dijimos al unísono.
-¿Harry, Rosee, estáis bien?- preguntó Liam mientras llamaba a la puerta.
-Si Liam, danos un segundo- dije. Nos secamos las lágrimas y nos miramos de nuevo con una pequeña sonrisa. Nos abrazamos.
-De todas formas Harry creo que debería irme a casa. Mis padres me van a matar.
-Está bien, te llevaré a casa pero no creo que te maten, eres su hija.
-Ya… como se nota que no son tus padres.
-Hahaha ni que no hubiera comprobado yo que pasa después de haberme pasado una noche por ahí sin darles señales de vida. Créeme, no es para tanto.
-Mi novio es todo un juerguista.
-Hahaha oye ¿qué te parece si quedamos todos esta noche para ir de marcha por ahí? Digo en plan de discoteca y eso.
-Por mi bien siempre que no esté muerta para entonces y que mis padres me dejen salir de nuevo.
-Haz todo lo posible para venir ¿vale?
-Claro que sí, por ti y por el resto lo que sea.
Salimos de la habitación y nos quedamos sorprendidos cuando al abrir la puerta nos encontramos con que todos estaban apoyados en la puerta para escucharnos. Pusieron cara de “yo no he sido” y se fueron todos corriendo escaleras abajo mientras yo les echaba una mirada asesina. Bajamos las escaleras y cogí las llaves de la moto y los cascos que estaban en la entrada. Paul apareció por allí y quedó la vista fija en mí. No me iba a liar a hostias con él, porque es nuestro manager, pero no me gusta que nadie intente controlar mi vida. Por toda respuesta dije:
-Voy a llevar a mi novia a casa.
Ambos salimos con un ligero amiente de tensión entre nosotros y nos subimos a la moto. Pegué uno de mis famosillos acelerones que hacen que Rosee se asuste y se pegue más a mí mientras reíamos. No dijimos ni una palabra durante todo el camino pero no me inquieté por nada, habíamos arreglado las cosas. El día estaba mucho mejor que ayer, ni rastro de nubes, sólo un sol sofocante en todo lo alto. Llegamos y bajamos de la moto.
-¿Estás segura de que no quieres que te acompañe? No quiero que te lleves la bronca tú sola cuando fui yo quien te pidió que te quedaras.
-No Harry, no hace falta que vengas. No entenderías nada y no quiero que mis padres sepan que… bueno que tu y yo…
-¿Estamos juntos?
-Sí.
-Tranquila, no  pasa nada.
-¿Estás seguro? ¿No estás enfadado?
-No, claro que no, a demás, mucho mejor que no se lo cuentes porque nos arriesgaríamos a que se nos acercara la prensa y bueno, sería un lío. Aun es pronto, yo tampoco les he dicho nada a mis padres por lo mismo pero créeme que se lo diré a todo el mundo dentro de un tiempo.-Dije sonriente. La verdad es que me moría de ganas por ir a todas partes con ella. Nos besamos fuerte, muy fuerte sólo porque yo hice que subiera el ritmo. No iba a poder volver a besarla hasta dentro de unas cuantas horas como mínimo y la verdad, ya me costaba hacerme a la idea.
-Cada vez lo haces mejor- la dije.
-¿El qué?
-Besar.- Ella me miró con una sonrisa pícara, se acercó a mí pegando su cuerpo al mío y dejando sus labios a escasos centímetros de mi boca.
-Tengo un buen maestro- dijo. Rápidamente se separó de mí y echó a correr hacia su casa dejándome a mí con ganas de más.
Narra Rosee:
Me encantó hacer aquello, menuda cara puso Harry cuando me separé de él así sin más. Seguro que eso no se lo había esperado. Me acerqué al umbral, saqué las llaves y abrí la puerta lentamente.
-¿Hay alguien?- dije con miedo en el cuerpo. Ahora es cuando se avecinaba lo peor.
-¿Rosee?- era la voz de mi primo Álvaro. Mis padres debían de estar trabajando. Solté un suspiro de alivio. Apareció en el salón y al verle me tiré a sus brazos para darle un gran abrazo.
-No sabes el miedo que tenía- le dije.
-Si, ya, muy bien, pues yo me tragué todo el marrón de preguntas ayer de tus padres. Tuve que poner cara de idiota y decir que no sabía donde estabas ni con quién estabas.
-Hahaha pues lo habrás echo de miedo porque esa cara ya la tienes- dije para hacerle un poco de rabiar. Él empezó a perseguirme por toda la casa para hacerme cosquillas. Lo consiguió y no paró hasta que vio que no era capaz ni de respirar.
-¿Habrás descansado no?- le pregunté. Después de no haber podido pegar apenas ojo en un avión durante ocho horas debió de caer rendido.
-Sí, ayer estuve haciendo la marmota hibernando en la habitación y dormí creo que más de quince horas seguidas.
-¡Madre mía! Eres todo un lirón. Bueno, pues me alegro por que te voy a dar una recompensa por lo de ayer.
-¿A sí? ¿Y qué es?
-Nos vamos de PARTY HARD! Esta noche- dije gritando como una loca.
-¿Es con tus amiguitos?- preguntó serio.
-Si, ¿por?
-Pues no me apetece ir.
-Anda venga no seas así, quiero que vengas conmigo Álvaro.
-¿Para qué? ¿Para que estás conmigo los primeros diez minutos y que luego no te separes de Harry ni un segundo?
-Uy, me parece que alguien es un celosillo.
-¡De celosillo nada! No me apetece estar aburrido como un pasmarote toda la noche viendo como tú te enrollas con ese.
-Que no tonto, a mí me gusta también estar con mis amigos y divertirme con los demás.
-No sé…
-¿Y qué me dices si te digo que van a venir también chicas?- Álvaro abrió de golpe los ojos como platos.
-¡VISTETE Y VAMOSNOS AHORA!
-Hahaha loco, es esta noche.
Me sentía genial. Estaba decidida a escaparme aunque mis padres me castigaran. Esta noche quería pasármelo bien, disfrutar y ya de paso volverme un poco loca. Cómo iba a imaginar que resultaría siendo todo lo contrario.
Continuará…


Capítulo 36.

Me pasé toda la mañana charlando con Álvaro. La verdad es que es un chico de lo más agradable.
-Bueno… ¿y qué chicas van a ir?- me preguntaba cada dos por tres.
-Hahaha unas muy guapas y muy simpáticas Álvaro pero ¿por qué no dejas de preguntarme lo mismo?- sabía perfectamente por qué lo preguntaba paro me gustaba ver la cara que ponía cuando hablaba de ese tipo de cosas. Exacto, en ese momento le salió esa cara de acaramelado que sólo él sabe poner con su sonrisilla y un brillo de euforia en la mirada.
-Echo de menos estar enamorado- mi sonrisa al escuchar aquello no podía ser más enorme- ya hace un año que no salgo con nadie y… bueno, echo de menos esas ganas continuas de ver y estar todo el rato con una persona y ser feliz estando con ella.
-Awww Álvaro, ¡que bonito! Entonces, ¿entiendes por qué hice lo de anoche no?
-Perfectamente. Que quieres que te diga, yo habría hecho lo mismo.
-Hahaha gracias ya te devolveré el favor.
-Si… pero, cuéntame lo que pasó, ¿no? No me has contado nada y eso es raro.- De nuevo me puse colorada pensando en que Harry y yo habíamos estado a punto de… ¡Bueno de eso que ya sabéis! Me da mucho corte hablar de ese tipo de cosas que yo considero muy íntimas. Miré al suelo mientras sonreía y me quedaba en mi mundo pensando y reflexionando.
-Rosee… no habrás hecho una tontería ¿verdad?... ¿¡verdad!?- dijo Álvaro mientras me zarandeaba nervioso y mirándome seriamente. Inesperadamente me abracé a él. Sabía que él pensaba en eso por la forma en la que me lo dijo y me miró.
-No, tranquilo, no hicimos nada. Pero aun así fue la mejor noche de mi vida.- Dije tranquilamente.
-¿Sabes a lo que me refiero?
-Claro que sí, no soy una niña ingenua.
-Uff me habías asustado.
-Hahaha llevamos muy poco tiempo juntos ¿de verdad me veías capaz?- Se tomó unos segundos para contestar.
-No, creo que no. Eres mi pequeña todavía.
-Si ya, de eso nada.
En ese momento escuché cómo la cerradura de la puerta cedió y alguien entraba en casa. El miedo me comió por completo.
-Ayúdame- le susurré asustada a Álvaro. Éste asintió. Mi padre llegó al salón.
-Hola papá- dije.
-Hola tío- dijo Álvaro.
-Hola, Rosee tenemos que hablar- dijo mi padre serio. Con una mirada le pidió a mi primo que se fuera a su cuarto mientras notaba que mis fuerzas se desvanecían. ¡Estaba perdida sin él! Mi padre se sentó a mi lado en el sofá mientras me puse a enredar nerviosa con el borde de mi camiseta con cara seria.
-Rosee, ¿no tienes nada que explicarme?- La voz que puso mi padre hizo que me quedara helada. Me atreví a mirarle a los ojos. Esos ojos grises parecían enfadados, pero sobre todo decepcionados.
-Lo siento papá- musité mientras notaba un nudo en la garganta que hacía que sintiera ganas de llorar- sólo quería quedarme en casa de unos amigos para dormir.
-¿Y cómo se te ocurrió quedarte sin más sin ni si quiera tener la decencia de preguntarnos a tu madre o a mí si lo podías hacer?
-Es que… sabía que me diríais que no y yo quería estar con ellos.
-Rosee me has decepcionado, pensé que eras una chica mas madura. Ahora veo que me equivocaba.
-Lo siento de veras papá, pero ya sabes lo mucho que me cuesta hacer amigos, por favor no te enfades…- la culpabilidad hizo que algunas lagrimillas contenidas salieran.
-Eso no va a hacer que no te castigue. No tendrías que haber echo eso. Hoy no saldrás más de casa.
-¡No! Por favor papá no puedes hacerme esto. Ya he quedado con ellos de nuevo y te iba a pedir si me dejabas ir. Déjame demostrarte que no volveré a equivocarme otra vez en lo mismo.
-Lo siento hija, ya me lo agradecerás cuando seas mayor.
Me dejó destrozada. Corrí hacia mi habitación y me eché sobre la cama a llorar apretando fuertemente las sábanas hasta el punto de hacerme daño mientras soltaba hipidos de rabia. Pensaba en las risas de Niall, la mirada de Zayn, la simpatía de Liam, la gracia de las payasadas de Louis y sí, en Harry, sobre todo en él. No podría estar sin ellos. Los quería mucho antes de conocerlos, pero ahora los quería como hermanos, los necesitaba. Necesitaba estar con ellos como si fuéramos una familia. Eran mis amigos, los mejores que podría haber pedido. Necesitaba también a las chicas, sí, a Eveline y Carol. Y por culpa de una estupidez me iba a perder una de las mejores noches de mi vida, o al menos, eso era lo que yo esperaba que fuera. Lágrimas y más lágrimas caían, una tras otra. Alguien llamó a la puerta de mi habitación.
-Rosee soy yo, Álvaro, ¿estás bien?
No contesté, seguí llorando en mi incesante agonía. Me sentía mal, ya ni mi padre confiaba en mí. Todo estaba mal. Álvaro al ver que no contestaba, optó por abrir lentamente la puerta de mi habitación. Yo hundí mi cabeza entre los cojines y continué dejando caer mis lágrimas sobre la cama mullida. Escuché como cerró la puerta suavemente y se sentó en mi cama. Acarició mi espalda suavemente, en silencio. Yo no era capaz de controlarme, había veces que conseguía calmarme un poco aunque no dejase de llorar, pero rápidamente volvía de nuevo a mí la rabia y me temblaba todo el cuerpo. Lo único que quería era salir y pasármelo bien, pero sobre todo, lo que más quería era volver a estar con Harry. Como estaba tumbada a un lado de la cama, Álvaro tuvo el espacio suficiente para tumbarse a mi lado y así lo hizo. Saqué mi cabeza de entre tanto cojín y rápidamente me abracé a él, hundiendo mi cabeza en su pecho y entrelazando mis piernas con las suyas. Él besaba mi frente y musitaba de vez en cuando palabras para intentar consolarme mientras acariciaba mi melena y yo no paraba de llorar. Empezaba a agotarme y me dolían los ojos. Me quedé medio adormilada sobre él.
Narra Álvaro:
Me dolía verla así y no saber que hacer para que se sintiera mejor. Por mucho que la abrazara, la hablara o acariciara, ella seguía llorando sin parar. Pude escuchar lo que mi tío la dijo gracias a que dejé la puerta abierta de mi habitación. Sabía que eso la iba a afectar. De pequeña le pasaba lo mismo. Cuando recibía por pequeña que fuera una regañina en seguida se ponía triste y era difícil calmarla de nuevo. Es extremadamente sensible. La miré, parecía dormida, pero las lágrimas seguían cayendo aunque tuviera los ojos cerrados. Seguía siendo interiormente aquella niña con la que había jugado tantas veces. Para mí no era una prima, era una hermana. Me acurruqué más con ella y permanecimos durante largo tiempo en silencio. Cuando estaba a punto de quedarme dormido, el móvil de Rosee sonó y ambos nos levantamos sobresaltados. Estaba en la mesita y rápidamente alargué mi mano y lo cogí para cedérselo. Miré quien era. No sabía si aquello iba a alegrarla o a ponerla peor… Rosee me quitó el teléfono de las manos y contestó. Me pegué a ella para escuchar y Rosee no puso resistencia.
-Diga…
-¡Rosee! ¿Qué tal? ¿Cómo estás? Esta mañana hemos estado ensayando y la verdad es que nos ha salido muy bien, Paul y Simon me han felicitado, bueno, a mí y al resto- decía Harry al otro lado de la línea- pero bueno dejemos de hablar de mí. ¿Tienes tantas ganas como yo de que nos volvamos a ver esta noche?
Miré a Rosee, su cara lo decía todo. Había sonreído de oreja a oreja cuando Harry empezó a hablarla pero con aquello… se la pusieron los ojos brillantes.
-Yo… no voy a poder ir, me han castigado- dijo a duras penas. Harry se cayó durante unos segundos. Luego continuó.
-Tranquila, no pasa nada, ¿estás bien?- la preguntó con tono preocupado.
-No… la verdad es que no. No puedo decirte que sí.
-Ok, ahora mismo cojo la moto y aclaro las cosas con tus padres. No soporto que estés así de mal por mí.
Abrí la boca de par en par. ¡Vaya! Al chico cojones desde luego no le faltaban y la verdad aquello me gustó. Me gustó saber que mi prima estaba en buenas manos, con alguien que la quería de aquella forma tan sincera.
-¡No Harry! ¡Estás loco! No se te ocurra venir y menos decirles nada. Mi padre está muy decepcionado conmigo ¿sabes?
-¿Está tu primo ahí contigo?
-Sí.
-¿Puedo hablar con él?
-Claro- Rosee  me tendió su teléfono y lo cogí.
-¿Álvaro?
-Si, ¿Qué quieres Harry?
-Por favor, cuídala hasta que llegue.
¿Hasta que llegue? ¿Pero de que estaba hablando ahora? No me dio tiempo a contestar nada porque me colgó.
-¿Qué te ha dicho?- preguntó Rosee.
-Que te cuide hasta que…
-¿Hasta que?
-Hasta que llegue.
Mi prima se llevó las manos a la cara y posteriormente a la nuca. En su mirada apareció el nerviosismo.
-Ah dios mío, no puede ser verdad, ¡quedamos en que no lo diríamos! Por el bien de los dos- decía.
-Ya tranquila, no pasa nada, seguro que no es lo que parece.
-Tu no lo entiendes, ¡él… él! Es capaz de…
-¿Hacer lo que sea por ti? Sí, eso ya lo he notado.
-No te hagas el gracioso ahora Álvaro, esto es muy serio.
-¿Pero por qué es tan malo? Míralo bien. Tu padre se enterará de lo que pasa y comprenderá mejor la situación, así a lo mejor recapacita y ya, todo arreglado.
-Sí, a lo mejor hace eso o le dice que no se acerque nunca más a mi, consigue separarnos y yo me quedo en casa enclaustrada como una monja de por vida llorando por las esquinas.
-Vamos Rosee, tienes que ver las cosas con más entusiasmo, ¿o no sabes que tu padre también estuvo así de enamorado en su tiempo? Él también habrá pasado por esto, a demás, ¿de veras crees que tu padre te haría eso?- se quedó callada durante un rato y luego me miró con una media sonrisa.
-La verdad es que no- dijo finalmente. Sonreí y nos abrazamos. Alguien llamó a la puerta. Era mi tío.
-Rosee- dijo una vez que apareció por la puerta- hija vengo a pedirte perdón, no debería haber sido tan duro contigo. Pero tienes que comprenderme, no estoy acostumbrado a que te escapes de casa así como así. Como ha sido la primera vez te perdonaré por esta vez.
Mi prima estaba que no cabía en sí de felicidad y le dio un gran abrazo a su padre.
-Entiendo que ahora estás en la edad de divertirte y de pasártelo bien con tus amigos, y todos a tu edad hemos tenido estos errores alguna vez y nos hemos arrepentido. Por eso, voy a dejar que salgas esta noche.
-Gracias papá.
En ese momento llamaron a la puerta. Rosee y yo nos miramos conmocionados.
-Que extraño, bueno, voy a abrir la puerta- dijo mi tío. Ay madre, ¡la que se iba a montar!
-No papá tranquilo, ya voy yo- dijo Rosee. De todas formas, ambos la seguimos. Abrió la puerta y se encontró con ¡One Direction al completo! Harry nada mas ver a mi prima se acercó a ella y la abrazó en el mismo umbral de la puerta. Menos mal que fue un abrazo…
-¡Hija! Pero ¿quiénes son todos estos chicos?- preguntó mi tío algo desconfiado por aquella muestra de afecto.
-Harry tranquilo, no pasa nada, lo he arreglado todo- le dijo Rosee muy bajito en inglés. Todos rápidamente captaron la indirecta y enseguida Harry se separó de ella un poco avergonzado.
-Papá, estos son mis nuevos amigos. Son ingleses, como ya te dije, y no hablan español.
-¿Pero, qué hacen aquí todos?- preguntó.
-Es que… Harry- dijo Rosee señalándole- me ha llamado para hablarme de lo que íbamos a hacer esta noche y le he contado que no podía ir y bueno… como estaba muy triste, el muy loco decidió venir con los demás para convencerte de que me dejaras salir.- Aquella mentirijilla quedó bastante convincente por la forma en como la contó y mi tío pareció hasta casi alegrarse de escuchar aquello
-No os preocupéis chicos, la voy a dejar salir, siempre y cuando no vuelva a repetirse lo de ayer- les dijo. Ellos pusieron cara de no entender absolutamente nada y yo se lo traduje. En seguida las sonrisas aparecieron en sus rostros.
-Bueno yo me voy a hacer la comida. Despide a tus amigos Rosee, pronto vamos a comer.
-Claro- con un gesto hizo que todos la siguiéramos fuera de casa. A lo lejos, en la entrada, estaba la furgoneta negra con la que, según Rosee, venían a por ella e iban a la ciudad. En cuanto estuvimos lo suficientemente lejos y escondidos a la vista de cualquier punto de la casa, Rosee saltó a los brazos de Harry con una sonrisa que yo nunca había visto en ella. Sí que parecía feliz con él.
Narra Rosee:
No me gustó mentirle a mi padre, pero estaba dispuesta a mantener aquello en secreto hasta que llegase el momento. Tampoco me gustó que Harry hubiera actuado de aquella manera tan impulsiva sabiendo que las mayores consecuencias serían para él pero… ¡Lo había echo por mí! Y me pareció un gesto muy noble por su parte haberse arriesgado por mí. ¡No se podía ser más adorable! Me tenía loca.
-Gracias por venir chicos. De verdad que no quería que lo hicierais pero… oh ¡esto es el sueño de toda fan!
-No ha sido nada, no podíamos quedarnos de brazos cruzados sabiendo que estabas triste- me dijo Zayn.
-Sí, eso y que Harry nos hubiera traído a rastras si no hubiera sido por nuestra propia voluntad- dijo Lou. Todos nos reímos con aquello. En ese instante caí en la cuenta de que los chicos no conocían a Álvaro aun.
-Chicos, quiero presentaros a Álvaro, mi primo recién llegado de Estados Unidos.
-Hola- dijeron todos mientras le estrechaban la mano.
-¿Vendrás esta noche con nosotros no?- le preguntó Harry.
-Bueno, como Rosee me lo suplicó hace unas horas, la dije que sí.
-Te entiendo, es difícil decirla que no a algo que te pide- dijo Harry. Le di un pequeño codazo y todos rieron de nuevo.
-Bueno, nosotros nos vamos que también tenemos que comer, luego nos vemos- dijo Niall mientras se acercaba a mi para darme un abrazo. Yo se lo acepté encantada y abracé al resto.
-Hasta luego- dijeron todos desde la furgoneta.
-Nos vemos, ¡os quiero!- dije antes de que los perdiera de vista.
Unas horas mas tarde…
Había recibido un mensaje de Niall diciéndome que se pasarían a por nosotros a las diez y media. Ya eran las diez, sólo faltaba una media hora. Mi madre la había liado buena al enterarse de que mi padre me dejaba salir de nuevo, pero tuvo que aguantarse. Sentada en mi tocador, me miraba en el espejo sin saber muy bien que hacer. Me había puesto el vestido azul y los zapatos de tacón blancos que me compré el día e el que Harry me pidió ser su chica en aquel puente. Quería impresionarle, bueno, más bien quería impresionarlos a todos. Mis rizos habían desaparecido al plancharme toda mi melena castaña, ahora completamente lisa y realmente larga. No pensaba que tuviera el pelo tan largo, pero al vérmelo planchado vi que me equivocaba. Me eché un poco de eyeliner por mis ojos y me apliqué un poco de sombra azul por los párpados. Después del rímel, pinté mis labios de un tono rosita claro. Me levanté y volví a mirarme al espejo.
Aquel vestido marcaba cada una de mis curvas y me sentía algo rara, ya que yo siempre llevaba camisetas anchas y vaqueros. Mi cara con maquillaje ya no parecía la de una niña, me veía más mayor. Pero me gustaba. Era la primera vez que me sentía guapa y dispuesta a darlo todo. Mi primo apareció por la puerta de mi habitación y me miró de arriba abajo.
-Madre mía Rosee, estás preciosa. Me vas a tener que recordar que somos primos cada dos por tres porque si no…
-Hahaha, ¿te gusta? ¿Crees que estoy guapa?
-No me gusta, me encanta. Y tú siempre estás guapa, pero hay que admitir que ahora más todavía.
-Gracias, tú también estás muy guapo.- Era verdad, llevaba un rollo medio formal, medio casual, sé que son cosas completamente opuestas pero sólo él sabe combinarlas de forma que queden realmente guay.
-Ya es la hora, ¿nos vamos?
-Claro, vámonos.
Me tendió su mano, la acepté encantada y ambos salimos de casa, por supuesto, no sin antes despedirnos de mis padres. Avanzamos hasta la entrada de la parcela, es decir, hasta la carretera. Esperamos un par de minutos y al final vimos que llegaban, o eso creí porque no venían con la misma furgoneta. Venían con una más grande aun y la verdad, me pareció genial por que con todos los que íbamos a ser no cabríamos. Cuando abrieron la puerta se quedaron todos mirándome embobados de arriba abajo. A mi me entró la risa nerviosa.
-Pe-pero Rosee… estás…- dijo Liam.
-¡Estás tremenda!- gritó Lou como un loco. Creo que lo escucharon hasta mis padres.
-¡Sí!- dijeron los demás al unísono.
-Eh, se mira pero no se toca. Ella es mi chica, solo MI CHICA.- dijo Harry. Me indicó que me sentara sobre él y así lo hice. Cuando entramos en el coche, Niall cerró las puertas y Lou arrancó de nuevo.
-Estás preciosa, pero no me gusta que te pongas así.- me dijo Harry al oído.
-¿Así como?
-Así de… de…- que tierno, apenas era capaz de hablarme cuando me miraba- así de guapa. Todos los tíos se van a fijar en ti ahora.
-Hahaha no tienes porqué preocuparte, yo solo me fijo en ti. No necesito a nadie más.- Pegamos nuestras frentes y nos miramos a los ojos durante unos segundos y finalmente nos besamos mientras sonaba de fondo Up All Night a todo volumen. Aquella noche prometía.
Continuará….


Capítulo 37.

De camino a la ciudad, Zayn me relató la aventura que vivió el día anterior con aquella chica llamada Amanda y que ahora estaban juntos. Yo me puse a gritar como una loca de alegría, eso explicaba por qué tenía ese corte en los labios. También nos dijo que Amanda iba a venir con nosotros y la verdad me alegré mucho, tenía ganas de conocer a la chica que le había robado el corazón a Zayn Malik. Y todos sabíamos que no era el único, Liam estaba colado por Juliet; éste nos dijo que también había quedado con ella en la entrada de la discoteca. Iba a conocer a dos chicas más y me sentí feliz, no lo siguiente. Notaba como Harry se había quedado mirándome todo el tiempo mientras había estado hablando con los chicos y yo empecé a acariciarle los rizos. Siguió con esa sonrisa característica suya y cerró un poco los ojos mientras le acariciaba, ¡parecía un gatito!
-¿Por qué me miras tanto?- le pregunté divertida.
-Pareces un ángel, eres preciosa- dijo mientras apartaba mi pelo hacia mi hombro derecho.
-Anda no digas tonterías, eso es porque voy pintada, sin maquillaje estoy horrenda.
-Aquí la única que dice tonterías eres tú. Porque no te das cuenta de lo bella que eres y…that´s What makes you Beautiful- me dijo cantado la frase. Los chicos le miraron extrañados, pero el no apartó la vista de mis ojos en ningún momento. A los veinte minutos de viaje, nos detuvimos en el hotel de Carol y Eveline. Tras saludarnos a todos y yo haberlas presentado a mi primo, subieron al coche, pero como no había espacio suficiente y Álvaro era el que estaba más cerca de la puerta, Eveline tuvo que sentarse sobre él. La verdad es que las dos venían guapísimas y los chicos lo advirtieron, sobre todo Álvaro, que puso una cara cuando Eveline se sentó con él… ¡lo decía todo! Estaba claro que Eveline le gustaba.
Aparcamos y bajamos de la furgoneta, yo me puse a hablar con todos, pero noté como mi primo se alejaba un poco del resto hasta quedarse el último, mientras hablaba con Eveline muy animadamente y ella sonreía todo el tiempo. ¡Ahí había algo! Yo les hice señas a los chicos para que se acercaran a mí y todos obedecieron.
-¿Habéis visto eso?- pregunté bajito mientras señalaba a Álvaro y a Eveline.
-Yo sí, hace rato que me di cuenta- me dijo Carol con una sonrisa cómplice. Era raro que ella concretamente no se hubiera dado cuenta porque siempre están juntas, por eso no me sorprendió aquello en absoluto.
-Hahaha está claro que todos los de vuestra familia sois unos rompecorazones- me dijo Harry. Todos rieron, un momento, no todos… todos menos Lou que no había hecho ni la mínima intención de reír. Estaba concentrado mirando seriamente como Eveline y Álvaro charlaban. No parecía él.
-¡Amanda!- gritó Zayn en ese momento. Salió a correr hacia una chica castaña muy clarita, casi rubia,  con los ojos verdes que lo miraba cariñosamente. Llevaba un vestido rojo y unos botines negros muy elegantes, era muy guapa. Se abrazaron y Zayn la besó delante de todos nosotros, ¡Cuánto amor!
-Me pregunto donde estará Juliet…- dijo Liam. En ese instante una chica desconocida para mí le tapó los ojos por detrás. Lou y Niall sonrieron, seguro que era ella.
-¿Quién soy Liam?- preguntó la chica. Liam apartó sus manos de su cara y antes de verla dijo:
-Sé que eres tú Juliet- se giró y la abrazó fuertemente levantándola del suelo y todo, hacían muy buena pareja. Ella llevaba un vestido rosita con estampado floral, unos botines marrones y una trenza ladeada. Parecía muy dulce y también era muy guapa. Sin duda, pegaba muchísimo con Liam. Él nos la presentó y todos nos presentamos uno por uno.
-¿Hablas español verdad?- la pregunté. Pareció no esperarse que yo se lo preguntara, y mucho menos que lo hiciera en español. Los chicos pusieron una cara rara, todos menos Carol que también sabe el idioma.
-Sí, soy una directioner española, pero, un momento… ¿¡Tu también!?
-¡Sí!- ambas empezamos a gritar como un par de locas.- Bueno, a parte de directioner soy algo más- dije mirando a Harry. Él pareció “entender” lo que quería decir y me plantó un beso ahí miso mientras me agarraba de la cintura pegándome a él.
-Oh dios mío, ¡¿eres la novia de Harry?!- dijo conmocionada, de verdad creí que le iba a dar algo y Liam rápidamente fue a socorrerla.
-Hahaha ella es mi chica- dijo Harry haciendo que volviéramos a hablar en inglés.
-Y esta es la mía- dijo Zayn apareciendo de pronto cogido de la mano con Amanda.
-Encantada- fui la primera en presentarme. Todos los demás me imitaron después.
-Oye, ¿realmente estos son famosos?- me preguntó Amanda.
-Sí, son la banda británica más popular del momento; y tu novio es uno de los chicos más deseados del mundo- la contestó Juliet mientras todos caminábamos hacia el interior de la discoteca.
-Vaya, a mí cuando me lo dijo no me lo creía, pero si también vosotras lo sabéis… tiene que ser verdad.
Enseguida nos dejaron entrar y la sala estaba bastante llena para sólo ser las once y media. El calor sofocante que hacía ahí dentro nos invadió al instante y notaba que mi cuerpo vibraba ligeramente al compás de la música que estaba a todo volumen. Noté que alguien me observaba a medida que avanzada cogida de la mano con Harry, miré hacia atrás y comprobé que no me equivocaba. Había tres chicos que nos miraban a las chicas y a mí de arriba abajo y no parecía precisamente que tuvieran buenas intenciones… Me sentí un poco incómoda pero no me asusté, mientras que continuáramos todos juntos todo iba bien y no tenía de qué preocuparme.
-¿Quieres que bailemos?- me gritó Harry, aunque con el volumen al que estaba la música era casi imposible escucharle.
-Claro- tiré de él hacia el centro de la pista y los chicos nos siguieron hicieron lo mismo. Como la música no era lenta cada uno bailábamos lo que nos daba la gana, así que nos paseábamos entre nosotros. Louis hacía unos movimientos muy raros y yo no podía dejar de reír. Parecía que se retaban entre ellos para bailar cada uno de una manera más rara y graciosa que el anterior. La escena era de lo más cómica. Pero sin duda la que se llevaba el protagonismo era Carol, se movía de una manera alucinante. Yo quise hacer lo mismo que ella, así que me puse a su lado a intentar imitar los pasos que ella hacía y al final me los acabé aprendiendo.
-¡Lo haces bien!- me dijo Carol.
-Hahaha solo intento imitarte, lo haces de miedo Carol.
-Gracias, ya te enseñaré mas pasos para la próxima vez que vengamos los hagamos las dos.
-¡Eso está echo!
Los pies empezaban a matarme porque llevaba taconazos y no había parado de bailar ni un segundo. Tenía sed. Busqué a Harry con la mirada para que me acompañara a la barra pero lo encontré bailando animadamente con Amanda así que decidí no molestarle, el único que parecía solo estar bailando era Louis así que le agarré de la mano y tiré de él.
-¿A dónde vamos Rosee?
-A la barra, tengo sed,  me acompañas ¿verdad?
-Por supuesto.
Cuando estuvimos allí, yo me pedí una Coca-Cola y Louis una cerveza. No le iba a reñir por beber alcohol, ya es mayorcito y una cerveza en la discoteca no iba a matar a nadie. Le notaba algo serio y distante dentro de lo loco que estaba siempre.
-Lou, ¿te pasa algo?
-A mí… no… ¿por qué lo preguntas?
-Te noto algo serio y raro. ¿Seguro que estás bien?- miró hacia la pista de baile y pareció detenerse a mirar a Eveline y a Álvaro que bailaban juntos en ese momento. Después bajó la mirada con semblante triste.
-Tranquila, no pasa nada…- dijo bebiendo un trago de golpe algo violentamente.
-Louis Tomlinson a mí no me engañas. Sé que te pasa algo, y es algo que te hace sentir mal porque cuando te he preguntado por ello te has puesto triste. No hace falta que me lo digas si no quieres, pero quiero que sepas que yo soy tu amiga ¿ok? Me puedes contar lo que quieras que yo no abriré la boca si no quieres y creo que te sentirías mejor si hablaras de ello con alguien.- Hice una pequeña pausa mientras Louis me miraba intensamente con sus ojos azules, tal vez sorprendido por mi respuesta, tal vez aliviado por escucharme…-Tu sonrisa Lou es demasiado bonita como para que desaparezca un solo instante de tu cara.- Acabé finalmente sonriéndole. En ese instante apareció su enorme sonrisa de oreja a oreja que sería capaz de alegrar el día hasta a la persona más triste.
-Te lo diré, pero antes- se acercó a mi y me dio un sincero abrazo- eres una buena amiga Rosee.
-Tú también lo eres Lou.
-Bueno el caso es que…
-¿Si?
-Es que es algo que…
-Ay Lou, ¿es algo malo?
-No. Bueno si. Uff según donde lo mires.
-¿Me lo vas a decir de una vez?
-Se trata de… Eveline.
-Si, vale, hasta ahí todo me parece normal.
-El caso es que creo que a Álvaro le gusta y creo que a ella también le puede gustar él.
-¿Y eso que tiene de malo?
-Pues…- ay no, no podía ser lo que estaba pensando…- que yo quiero a Eveline.
¡CATAPUM! Se me cayó la Coca-Cola al suelo al escuchar aquello. Lou rápidamente se bajó a recoger el vaso pero yo me quedé con los ojos abiertos de par en par mirando a ninguna parte ¡Ay que ver, primero Niall y ahora esto! Un dilema moral empezaba a hacerse hueco por mi mente. ¿A quién apoyar? ¿A Lou, uno de mis mejores amigos e ídolo, o a Álvaro, mi primo y mejor amigo de la infancia?
-¡Rosee! Rosee, te has quedado blanca, tía joder me da yuyu mirarte, ¡reacciona!- decía Lou mientras me zarandeaba. La cabeza empezó a dolerme. Demasiadas cosas en las que pensar. Me abracé de nuevo a Lou para sorpresa de este y le susurré:
-No voy a decir nada ¿vale? Tranquilo, pero por favor, dile a Harry que venga.
-Pe-pero ¿estás bien? De verdad que creí que te había dado algo.
-Si, tranquilo, solo necesito dejar de pensar un rato. Por favor, dile a Harry que venga y que le espero aquí.- Lou echó una ojeada al centro de la pista, donde habían estado todos, pero ya no estaba ninguno de ellos.
-Voy a buscarle, pero vas a estar sola mientras tanto, ¿no te importa?
-No tranquilo, ve. Gracias Louis.
Permanecí sentada, con una mano sujetando mi cabeza dándole vueltas al tema hasta que apareció por allí casualmente Carol, que en cuanto me vio se acercó a mí con una enorme sonrisa.
-¡Hola Rosee! ¿Qué haces aquí sola? Pensé que estabas con Lou.
-Sí, he estado con él, pero le he pedido que busque a Harry.
-¿Y eso? ¿Qué te ocurr- no pudo terminar la frase. Los tíos que antes habían estado mirándonos al entrar la hicieron lo que sea en la espalda a Carol para llamar su atención. Después me miraron a mí e hicieron que de repente me entrara el miedo.
-Vaya, vaya. Mirar que preciosidades- dijo uno de ellos, concretamente el que estaba en medio dándose aires de líder. Lo más raro es que hablaban en inglés y pensándolo bien, no era muy difícil advertir que parecían extranjeros por su forma de vestir. Los tres eran bastante feos y debían rondar los veinte y pocos años- ¿queréis bailar?
-No gracias, estamos descansando- dijo Carol rápidamente.
-¿Y eso? Vamos, os hemos visto y sabemos que podéis aunque sea bailar con nosotros unos cinco minutos- dijo el de la izquierda.
-Pues lo siento, pero te equivocas- dije yo.
-Yo no me suelo equivocar nena, ¿queréis una prueba? Sé que vosotras estáis de muerte.- Los otros dos empezaron a reírse y cada vez sentía más pánico.
-Bueno, ¿al menos dejáis que os invitemos a algo? ¿Una cerveza tal vez?
-No gracias, no bebemos- insistí yo.
-Eso es porque no lo has probado.- Dijo esta vez el tercer chico.
-¿No habéis oído a la chica? ¡Ha dicho que no!- dijo Harry en ese momento apareciendo a mi lado. Suspiré aliviada, era justo a quien necesitaba ver. Me agarré a su brazo. Justo después llegó Lou seguido de Niall.
-¿Y tú quién coño eres?- dijo de nuevo el del medio con el ceño fruncido y avanzando un paso hacia Harry.
-Soy su novio. ¿¡Tienes algún problema idiota!?
-Eh, eh, tranquilo, que sólo estábamos hablando con estas chicas tan maravillosas. En especial, me gusta tu chica.- Harry apretó el puño e intentó elevarlo pero yo le sujeté, no quería que se formara una pelea.- Pero vamos, que veo que está cogida, os dejamos.- Dijo sonriendo falsamente y los tres se fueron. En cuanto se fueron, rápidamente abracé a Harry. Mis nervios estaban a flor de piel. Había querido llorar, pero no lo hice porque no quería parecer débil delante de esos tíos.
-¿Te han echo algo?- me preguntó Harry mientras aferraba mi rostro con sus manos.
-No tranquilo, no me han hecho nada, estoy bien.
-¿Y a ti Carol?- preguntó Niall visiblemente más preocupado por ella que el resto. De verdad, no entendía como los demás no se habían dado cuenta.
-No tranquilo, yo estoy bien. Gracias a vosotros- dijo ella abrazándose súbitamente a Niall. Vi como a este de pronto se le subían los colores y se esforzaba por esconder una sonrisa satisfactoria.
-Os dejamos solos- dijo Lou mientras me guiñaba un ojo y guiaba a Niall y a Carol tras él.
-Bueno, aquí me tienes Rosee- dijo Harry- me ha dicho Lou que querías que viniera, ¿qué te ocurre?
-Oh Harry…- dije abrazándome a él de nuevo- es que, tenía que dejar de pensar por un momento. Y también quería…
-¿Qué querías? Dímelo, te daré lo que sea.- Le sonreí.
-Quería besarte.
-Eso te lo doy encantado- agarró mis manos e hizo que las pusiera sobre su pecho. Después, suavemente y sin dejar de mirarle, las subí hacia arriba hasta situarlas detrás de su nuca. Harry había deslizado sus manos hasta mis caderas. Chocamos nuestras frentes mientras nos mirábamos a los ojos, apenas era capaz de mirarle en condiciones; la oscuridad y los láseres de la discoteca lo hacían difícil. Sentí su aliento, cálido y dulce rozando mi mejilla. Acercó sus labios hasta besar la comisura de los míos y yo empecé a enredar con su labio inferior dándole pequeños mordiscos; hasta que, no pudo aguantarse más y me besó en condiciones. Nos pasamos así un buen rato, sin hablar, sin movernos de aquel rincón, sólo sonriendo y besándonos. Cuando intentaba separarme de él me decía “¿a dónde crees que vas?” entre susurros y yo sonreía como una boba y volvía a besarle con más ganas. Cuando conseguí separarme de él, unos segundos, miré mi móvil. Las 4:30 de la mañana.
-Harry, ¿vamos a estar aquí toda la noche?
-Solo si tú quieres. Yo voy a cualquier parte, siempre que sea contigo.
-Es para avisar a mis padres de que estoy bien.
-Claro, tu avísalos y así no armamos la que hemos liado esta tarde yendo a tu casa.
-No sé como fuiste capaz de hacerlo…- le dije mientras le escribía un mensaje a mis padres.
-No podía permitir que estuvieses así. Ya sabes que no me gusta verte llorar. Tenía que hacer algo, no me podía quedar con los brazos cruzados.
-Por eso te quiero. Porque siempre estás pensando en mí y en como hacerme feliz. Te amo Harry.
-Yo te amo a ti Rosee, más de lo que nadie sabe y logrará entender.
Continuará…


Capítulo 38.

Narra Carol:
Sí, me había asustado. Cuando aquellos idiotas llamaron mi atención y se pusieron a hablar de aquella manera, había pasado miedo. Gracias a dios, los chicos aparecieron justo a tiempo para ayudarnos a Rosee y a mí, especialmente Harry. Era de admirar como defendía a Rosee por encima de cualquier cosa. Me hubiera gustado tener un novio como él, así de atento, cariñoso y protector. En cuanto a mí, algo extraño estaba sucediendo en mi corazón. Desde que el día anterior, cuando subimos Niall y yo juntos en aquella barca, no sé, había empezado a sentir algo por él. No es que sea una chaquetera pero es que, ais, cada vez que le miro algunas mariposillas empiezan a volar por mi estómago de forma repentina e intensa. Por eso cuando me preguntó precisamente él si estaba bien, entre el miedo que tenía  y que Niall empezaba a gustarme, no pude evitar abrazarle.
Ahora avanzábamos entre la multitud para encontrarnos con el resto. Me costó atreverme, pero le di la mano a Niall. Me sentía bien a su lado.
-¡Hey chicos!- nos dijo Liam sonriente- Eh, un momento, ¿dónde están Rosee y Harry?
-Eh, espera que lo adivino- dijo Zayn- mmm… dándose el lote hahaha.- Al ver que ni Lou, Niall o yo reíamos enseguida paró- ¿Qué ocurre?
-Mas bien, pregunta que ha ocurrido- dijo Lou.
-Bueno, ¿Qué ha pasado?- preguntó Eveline en ese instante. Para sorpresa de todos, no estaba pegadita a Álvaro. Niall y Lou me miraron. Capté la indirecta.
-El caso- dije- es que me encontré con Rosee en la barra, la vi algo mal, así que la pregunté que la pasaba y entonces…- me era algo difícil contarlo, pero Niall puso su mano en mi hombro y eso me dio confianza- Entonces unos tíos han empezado a decirnos cosas y bueno, ya podéis haceros una idea.
-Pero, ¿estáis bien?- preguntó Juliet.
-Si, tranquila, no pasa nada pero Rosee estaba un poco rara antes y con esto… se ha puesto un poco peor, por eso Harry se ha quedado con ella.
-Awww que mono- dijo Amanda. Zayn para hacerse el cariñoso ante ese comentario la dio un beso en la mejilla mientras ella sonreía. Los chicos empezaron a hablar animadamente de nuevo pero yo estaba algo ausente. Empecé a agobiarme, allí dentro hacía un calor horrible y no había buena ventilación. Me faltaba el aire, quería salir a la calle un rato pero me daba algo de miedo ir sola. Entonces sentí que alguien me daba la mano, era Niall.
-Carol, ¿seguro que estás bien? ¿Quieres que salgamos fuera un rato?
-Sí, eso es lo que estaba pensando pero me daba cosa salir yo sola.
-¿Y por qué no me has dicho nada?- me sonrojé y miré al suelo. Él tiró de mí hacia la salida apartando a la multitud que nos rodeaba. Después de que el guardia de la entrada nos soltara un gruñido conseguimos salir. Caminamos un poco y nos alejamos de la entrada. El aire fresco de la noche inundó mis pulmones. Demasiado fresco, diría yo porque empecé a tiritar. Niall lo notó.
-¿Tienes frío Carol?
-Pues si, un poco la verdad.
-Mierda, me he olvidado mi chaqueta dentro.
-No pasa nada Niall, puedo aguantar.
-No de verdad, no puedo dejarte así. Entro y en menos de un minuto estoy aquí con mi chaqueta, ¿vale?- le sonreí, era muy mono. Rápidamente se izo paso entre la gente que estaba entrando y desapareció de mi vista. Me abracé a mi misma para evitar que siguiera temblando y me quedé ensimismada mirando la luna, aquella noche especialmente grande y brillante. Lástima que no me di cuenta de lo que ocurría a mi alrededor…
Los tres matones que minutos antes nos habían acosado a Rosee y a mí, me observaban ocultos tras una farola de la esquina. Cuando vieron que me quedé sola, se acercaron a mí rápidamente. De un momento a otro, mi calma se convirtió en verdadero pánico cuando sentí que me agarraban muy fuerte por la cintura, haciendo que no me pudiera mover. Los vi, eran aquellos imbéciles. Con un hábil movimiento le pegué una enorme bofetada a aquel tipo que me sujetaba, me soltó para llevarse las manos a la cara y empecé a correr. Con aquella distracción conseguí ganar tiempo, pero enseguida los otros dos salieron a mi persecución. Pero hubo algo con lo que no conté. Mis tacones. Exacto, con aquellos zapatos era imposible correr y como no se fijaban a mis pies de ninguna forma conseguí deshacerme de ellos. Sentí el frío asfalto bajo mis pies. Miraba a todas partes mientras no dejaba de correr pero por culpa del miedo que tenía no me di cuenta de que me había metido por un callejón oscuro y sin salida. Ya era demasiado tarde para volver atrás, podía escuchar las pisadas de aquellos locos detrás de mí a poca distancia. Llegué al final del callejón y casi choqué con la pared por le escasa iluminación que ofrecía una única farola. El asfalto había arañado por completo mis pies y me pareció sentir que sangraban por las heridas. La desesperación se apoderó de mí, golpeé histérica aquella pared y empecé a llorar. ¿¡Cómo puedo salir de aquí!? , me preguntaba incesantemente. Los tipos se acercaban… miré a mi alrededor. Una piedra, la farola, basura amontonada. Rápidamente cogí la piedra y recé para mis adentros para que cuando la lanzara hacia la farola consiguiera quitar la poca luz que había. Lo conseguí, los cristales rotos cayeron provocando otra distracción de los acosadores que aproveché para esconderme.
-¡Mierda!- gritaron- ¿¡Te crees que con esto nos vas a detener preciosa!?
Noté como empezaron a moverse para buscarme. No tenían luces, tenía una oportunidad para, al menos, llegar a alguna zona en la que hubiera gente y se dieran cuenta de lo que estaba sucediendo. Era inútil que gritase en ese momento, solo conseguiría delatar mi posición. Me encogí en aquel rincón esperando al momento oportuno para escapar de nuevo. Lágrimas y más lágrimas caían por mis mejillas, ¿¡por qué me tenía que pasar eso a mí!? Parecían ser capaces de hacerme cualquier cosa y eso es lo que más miedo me daba. ¿Qué pasaría si mi plan no funcionaba? Para evitar que soltara gritos y algún que otro gemido, me tapé la boca con ambas manos. Temblaba de pies a cabeza. Ellos lejos de moverse hacia el lado opuesto, se acercaban cada vez más a mí. Uno de ellos avanzaba por mi derecha, palpando cada uno de los montones de basura, y el otro avanzaba por la izquierda imitándole. Estaba perdida, en unos segundos me descubrirían. Pensé en mi vida, en cada uno de mis seres queridos mientras rogaba a Dios que me ayudase. Pensé en mis amigos, en todo lo que me quedaba por vivir y sobretodo en el chico que me había robado el corazón y con el que no podría estar… Niall. Diez segundos… tenía que escapar. Cinco segundos… ¡lo haría por él! ¡Para estar con él y decirle cuanto le quería en cuanto saliera de allí!


-¡Ahora!- grité saliendo a correr de nuevo justo a tiempo, cuando ambos tipos estuvieron a mi lado.
-¡Rápido, se escapa!- gritó uno de ellos. Corrí, con todas mis fuerzas. Tenía que conseguirlo, por Niall. No sé como lo hice, tal vez fuera por el miedo, tal vez fuera por amor, que mis pies parecían mucho más veloces que los de mis perseguidores aun sangrando. Salí del callejón. Era cuestión de cruzar una esquina y ya estaría a salvo. Sólo unos metros más, me repetía constantemente para darme ánimos. Quince metros. Empecé a sonreír, las lágrimas emborronaban enormemente mi vista pero ya no quedaba nada. Lo conseguiré, pensé para seguir alentándome. Pero…
¡Zas! Alguien me agarró violentamente de nuevo, pero esta vez por el cuello tan fuerte que estaba al borde de la asfixia. Intenté torpemente separar esos brazos de mí pero era inútil. Alcé mi vista. Era uno de ellos, concretamente al que había dado la bofetada antes y el que se consideraba el jefe del resto. Me sonreía malévolamente. Sin duda, había estado esperándome en aquel lugar estratégicamente. No me dio tiempo a reaccionar. Estaba agotada. Los otros dos llegaron a los cinco segundos y me sujetaron también por los brazos y piernas.
-¡Socorroooo! ¡Ayudaaaaaaaa!- grité con la voz completamente desgarrada al borde de la asfixia- ¡Niall por favor! ¡Ayúdame Niall!- Me taparon la boca aunque seguí gritando. Sólo se podía escuchar el jaleo que había en la puerta de la discoteca. Me levantaron del suelo y me acercaron a una furgoneta negra con los cristales tintados.
-¡Cállate! No ha sido fácil cogerte preciosa. Eres más escurridiza de lo que esperaba, pero también sé que eres muy hermosa.- Dijo aquel al que había abofeteado. Empezó a besar mi espalda mientras la arañaba, siguió por mi cuello y acabó en mis labios. Un aroma acre mezclado por el tabaco y el alcohol entró en mi boca e hizo que casi vomitara. Lo hubiera mordido si no fuera porque me agarraba con una mano a modo de pinza. Estaba destrozada. Seguía sollozando, la tensión que había sufrido era insoportable. Había estado tan cerca de conseguirlo. Me tiró violentamente hacia la pared y me golpeé la cabeza. Estaba sin fuerzas. Caí al suelo.
-¡NO LA TOQUES!- gritó alguien en ese momento. Un chico se tiró literalmente encima del que me había empujado contra la pared y empezó a darle puñetazos sin parar. Un reflejo rubio llegó a mis nublados ojos por las lágrimas. Después otros dos chicos aparecieron y se pusieron a golpear a los otros dos a base de patadas y arañazos.
-¡CABRONES! ¡HIJOS DE PUTA!-gritó aquel chico de nuevo. Aquella voz… Puede que estuviera inconsciente y yaciendo en el suelo, pero aun así, hubiera jurado que se trataba de Niall. Cerré los ojos. La cabeza me iba a estallar. Me llevé las manos a la nuca. Algo líquido caía de ella. Miré mi mano. Sangre, estaba sangrando por el golpe. No, pensé, esto no. Si había algo que no podía ni ver era sangre. Cerré los ojos para intentar no pensar en que tenía la mano completamente ensangrentada. Después de algunos minutos insoportables de pelea, escuché como la furgoneta aceleraba y se marchaba. Mis salvadores se acercaron a mí. Me colocaron boca arriba y apartaron mi pelo.
-¿¡Carol!? ¡Carol por favor respóndeme!- sí, ahora estaba segura, aquella voz solo podía ser de una persona. Niall. Lentamente abrí los ojos. Lo primero que vi fueron aquellos intensos ojos azules, estaba llorando, después su nariz, sus labios, su pelo. Niall Horan, el chico más tierno del mundo por aquel que mi corazón suspiraba. Al fondo distinguí a Liam y a Louis. Con un esfuerzo sobrehumano le sonreí y finalmente me quedé inconsciente mientras Niall me abrazaba contra su pecho y sus lágrimas rozaban mis hombros.
Narra Niall (minutos antes):
Avanzaba con la chaqueta en la mano sonriente. Tendríamos un rato a solas y no había nada que me apeteciera más que estar a su lado. Salí, pero no la encontré en el sitio en el que se había quedado apoyada.
-Que raro- susurré para mis adentros. Miré de un lado a otro sin verla. Empecé a preocuparme. Me sudaban las manos.
-¡Carol! ¡Carol!- grité sin respuesta alguna. Vale, esto ya me estaba poniendo de los nervios. ¿Dónde se había metido? , me preguntaba mientras andaba de acá para allá. Sin darme cuenta me tropecé con algo del suelo y casi me caí. Miré al suelo y descubrí que me había tropezado con un zapato. A escasos metros estaba el otro. Los cogí. Un flash pasó por mi mente y me vino a la cabeza la imagen de Carol cuando nos saludó aquella noche. Sus zapatos… ¡eran igual que esos! Me llevé las manos a la cabeza. No había duda, algo había pasado. Rápidamente volví a entrar en la discoteca y tiré de Liam y Lou.
-¿¡Pero tío que te pasa!?- me gritó Lou mientras salíamos.
-Creo que Carol está en peligro- dije al borde de un ataque de nervios.
-¿Por qué lo crees?- preguntó Liam.
-Por esto- les enseñé los zapatos. Ambos se llevaron las manos a la cabeza- la he buscado por todos lados pero no he encontrado ni rastro de ella- dije al borde de las lágrimas. Si la pasaba algo, no me lo perdonaría nunca.
-Tranquilo, no te preocupes, aquí estamos nosotros para ayudarte a encontrarla- me dijo Lou mientras me daba unas palmaditas en la espalda. Después nos pusimos a dar vueltas por las calles corriendo pero no la encontrábamos hasta que me di cuenta de que había un sitio en el que no habíamos mirado, el callejón oscuro. Sin decirle nada a los chicos, salí corriendo hacia allá y entonces… Sentí como morí por dentro. Allí estaban aquellos tipos, y uno de ellos estaba besándola. Después la tiró violentamente contra la pared y se desplomó en el suelo. Apreté la mandíbula casi lo suficiente como para romperme los dientes de la fuerza. Todos mis músculos se contrajeron de la rabia, la cual se apoderó de mí.
-¡NO LA TOQUES!- le grité a aquel cabrón. Salí disparado como un cohete hacia aquel malnacido, salté sobre él y le partí la cara a puñetazos. No podía dejar de pegarle, no había nadie en este mundo al que odiara más en aquel momento. Un puñetazo, otro más. El imbécil que me sacaba por lo menos una cabeza de altura intentaba defenderse, pero yo no le daba tiempo ni para respirar. Saqué toda la rabia e ira que tenía dentro y que nunca antes había sacado. En ese momento los otros dos se acercaron para ayudar a su compañero, pero llegaron Lou y Liam, y al ver cómo estaba Carol y que me querían partir la cara, no dudaron en enzarzarse también con ellos.
-¡CABRONES! ¡HIJOS DE PUTA!- grité mientras noté como al que estaba pegando se le caían los dientes al suelo y sangraba a mares por la boca. Me dolía hasta la mano de tanto golpearle. En un momento, éste me empujó, haciendo que casi diera una voltereta en el aire y me desplomé en el suelo. Rápidamente los sinvergüenzas huyeron con aquella furgoneta a toda pastilla y escaparon de nuestra vista. En cuanto se fueron me acerqué a Carol. Estaba boca abajo en el suelo y tenía sangre en los pies y en la nuca. Me desesperé al verla en aquel estado. Todo era culpa mía. Si no me hubiera separado de ella no hubiera pasado nada de esto. La di la vuelta y le aparté el pelo de la cara, tenía los ojos cerrados. No por favor no, pensé.
-¿¡Carol!? ¡Carol por favor respóndeme!- la dije desesperado. No abría los ojos. La situación superaba mis fuerzas, la culpabilidad insoportable me oprimía el pecho. Me sentía como un miserable. Abrió los ojos. Tenía las pupilas dilatadas y estaba muy pálida. Me sonrió levemente y después se quedó inconsciente.
-¡No! ¡No!- grité, mientras la apretaba contra mí como si aquello fuera a servir para algo y lloraba- ¡Dime que te pasa! ¡Por favor Carol no me dejes!- Liam intentó separarme un poco de ella pero yo no lo hice ni por asomo. No la dejaría nunca más y la protegería sobre mi vida si era necesario. Miré a los chicos, ambos lloraban a mi lado.
-Sólo quiero ver cómo tiene el pulso- dijo Liam a duras penas. Le tendí el brazo de Carol y después de estar unos segundos apretándolo Liam sonrió.
-¡Está viva! Su pulso es muy bajo ¡pero está viva! Tenemos que llevarla al hospital ahora mismo- dijo Liam. Aquello me alivió. No sería capaz de vivir con aquella carga de conciencia y habiéndola perdido. La cogí en brazos y Lou y yo nos dirigimos a la furgoneta mientras Liam iba a avisar al resto de lo sucedido. Cuando ya había acomodado a Carol sobre mí todos aparecieron corriendo. Las chicas tenían el rímel corrido completamente por las lágrimas y se precipitaron a ver el estado de Carol. Harry y Zayn no lloraban, pero muy poco les faltaba. Rosee fue la única que se acercó a mi y me abrazó.
-Se fuerte mi pequeño, todo saldrá bien- me dijo en un susurro. Aferré a Carol más fuerte a mí y continué llorando a su lado mientras Lou aceleró todo lo que pudo y Juliet le indicaba la dirección del hospital más cercano. En menos de un minuto llegamos allí y entramos corriendo y pidiendo ayuda mientras yo la llevaba en mis brazos. Los médicos de urgencias se llevaron las manos al rostro después de ver el estado de Carol. La tendieron en una camilla y nos dijeron que iban a cambiarla, que estaba inconsciente y que la harían unos análisis pero que de momento tendríamos que esperar unos minutos. Mientras esperábamos a que le médico apareciera yo la besaba la mano y de vez en cuando acariciaba sus blancas y frías mejillas.
-Todo es por mi culpa- dije mientras lloraba- no debí dejarla sola fuera para ir a por una estúpida chaqueta. Si no me hubiera ido, esto no habría sucedido.
-Cálmate Niall, nada de esto es culpa tuya, ¿me oyes? Es culpa de aquellos cabrones que la han hecho esto- dijo Eveline mientras me abrazaba por detrás.
-Es que… ¡vosotros no lo entendéis!- grité. Miré a Rosee, ésta abrazaba fuertemente a Harry mientras me observaba y por sus mejillas no dejaban de caer lágrimas- ¡Yo… yo la quiero!
Todos se quedaron en silencio y me miraron algo perplejos. Entonces Rosee se separó de Harry y me abrazó fuerte, muy fuerte, transmitiéndome aquella fuerza que a mí me faltaba y finalmente todos los demás se acercaron a mi para abrazarme mientras sí… mientras todos llorarban.
Continuará…


Capítulo 39.

Narra Niall:
A los médicos y a los chicos les había costado, pero finalmente consiguieron separarme de Carol para que la hicieran las pruebas, yo estaba de pie andando de acá para allá en el pasillo del hospital mientras me mordía las uñas. La última vez que me las mordí fue cuando estábamos en la final de X Factor; después de eso nunca me había sentido tan nervioso como hasta aquel momento. Miré mi móvil, Las cinco de la mañana. De vez en cuando me enfadaba y me iba al baño para patear la pared por la rabia. Otras veces la culpabilidad me comía de nuevo y me echaba a llorar. Mi felicidad pendía de un hilo.
Narra Rosee:
Aún no me podía creer lo que había sucedido. No podía creer que aquellos malnacidos le hubieran echo esto a Carol. No me podía creer que aquello me hubiera podido pasar a mí. No podía creer que hubiéramos salido todos a toda pastilla hacia un hospital cuando se suponía que iba a ser una de las mejores noches de mi vida. Tampoco llegué a creer que Niall diría lo que sentía por ella pero sobre todo, lo que me era casi imposible de creer o más bien ver, que Niall estaba completamente destrozado. Sin duda le había afectado mucho lo sucedido, ahora creía que él tenía la culpa de todo y eso no es cierto. Aquí sólo hay unos culpables y todos sabemos quienes son.
Ahora nos turnábamos todos de vez en cuando para estar con Niall aunque apenas podíamos servir nosotros mismos de apoyo, todos estábamos hechos polvo. Yo cada vez que miraba a Niall, me era imposible dejar de llorar porque, cuando le miraba a los ojos sentía su angustia, su culpabilidad, su miedo y me helaba el cuerpo. Y claro, si uno de los dos empezaba a llorar, el otro también empezaba y acabábamos los dos llorando y abrazándonos. Eveline también lloraba a mares, Carol era su mejor amiga. Juliet también sufría, ella es fan de los chicos al igual que yo, y si las dos éramos capaces de llorar si los chicos lloraban en un vídeo de internet, imaginaos en la vida real. Exacto, terrible. Al menos Liam se acercaba a ella continuamente para consolarla. Hasta Amanda estaba llorando, y eso que nos conocía desde hace pocas horas y no sabía quienes eran One Direction. Debe también ser desagradable que justo cuando hayas conseguido escapar de una pelea, te encuentres con otra en dos días seguidos. Eso no lo aguanta nadie.
En ese momento, Louis era quien estaba con Niall. Ambos estaban sentados en una de los bancos de la sala de espera y Niall tenía apoyada su cabeza en el hombro de Louis mientras éste la abrazaba. Aunque sólo fueran amigos, parecían hermanos. Aunque estuviéramos separados, se podía visualizar como Niall temblaba y como se secaba las lágrimas. Se me revolvía el estómago, no podía seguir deprimiéndome de aquella manera. Ver a mis ídolos y amigos tristes es una de las peores sensaciones que existen. Yo estaba de pie, apoyada en la pared y abrazada a Harry. El me sujetaba por la cintura y me tocaba el pelo cada dos por tres y me miraba serio, muy serio.
-Harry, ¿podemos ir a la cafetería y al baño? Necesito… dejar de llorar.- Dije mientras me secaba las lágrimas.
-Claro, vamos- contestó mientras se secaba también las lagrimillas que tenía. Andamos en silencio y le pregunté a una de las enfermeras donde estaba la cafetería y nos la indicó. Estaba bastante escondida por cierto, ya que tuvimos que pasar varios pasillos tan interminables como grises y coger el ascensor. No nos dimos la mano en ningún momento, ni siquiera nos miramos. En el ascensor, Harry momentáneamente se acercó a mí para abrazarme y para besar mi frente. Yo estaba algo confundida, no sabía por qué lo hacía así tan repentinamente después de haber “pasado de mi” durante un rato.
-Harry ¿qué pasa?
-¿Acaso no puedo abrazar y besar a mi novia?
-Sí, claro, pero cuando lo haces siempre estas sonriendo, no como ahora. ¿Estás preocupado por Carol verdad? Yo también.
-Sí, en parte si es eso, pero no del todo.
-¿Entonces? ¿En qué piensas?- se separó de mi y me observó durante unos segundos. No sé por qué, tal vez fuera la intuición femenina, que cuando me miró así me entraron ganas de llorar de nuevo; mi subconsciente sabía lo que Harry me iba a decir.
-Es que- tomó mis manos- Tengo miedo de que te pase lo mismo que a Carol. Podrías haber sido tú y yo sin ti no… no podría vivir, no podría soportarlo- dijo Harry rompiendo a llorar. En momentos como ese sólo me apetecía decirle lo buen chico que es y lo orgullosa que me siento de ser su novia porque nunca nadie antes me había querido tanto como él. Le aparté las lágrimas con mis manos tiernamente, como si de un niño que se llora por sus heridas se tratara. Después me esforcé por sonreírle y le di un pequeño beso en los labios.
-Te quiero- dije- pero lo que le ha ocurrido a Carol ha sido mala suerte en ese momento más que nada. Escúchame Harry- le agarré la cara, obligándole a mirarme con sus ojos brillantes y azules-, de todas las chicas que salen de fiesta, a poquísimas les llega a pasar esto. No es culpa de que ellas hayan sido imprudentes, o de que sus novios no las hayan podido proteger en ese instante; es culpa de cómo se levanten esos hijos de puta por la mañana, si deciden hacer daño a alguien o no, así de simple. Tú no vas a poder protegerme de todo lo que pase a mi alrededor ¿vale?, igual que yo tampoco puedo hacerlo contigo. Pero nos tenemos el uno al otro para ayudarnos a pasar esos momentos y eso es lo único que verdaderamente importa.-Ambos sonreímos.
-Siempre estaré ahí para ti, pase lo que pase y estemos donde estemos- susurró Harry. Me besó y justo en ese instante la puerta del ascensor se abrió y las enfermeras vieron como Harry y yo… bueno, como dice Zayn, nos dábamos el lote hahaha. La cara que pusieron las enfermeras no tenía precio y Harry y yo salimos riéndonos cogidos de la mano. Llegamos a la cafetería y nos pedimos un café. No me gusta mucho, pero aquella noche quería estar bien despierta, no quería perderme detalle de como estuviese Carol. A esas horas no había nadie en la cafetería, pero de todas formas, Harry y yo nos sentamos en la mesa más apartada que encontramos. Toda precaución es poca y además así podríamos hablar sin que nos espiase la amargada camarera.
-Sé que no está bien que te diga esto pero, estás muy sexy diciendo tacos ¿sabes?- me dijo Harry después de darle un buen trago a su café. Yo casi me atraganto con eso.
-Pues no te acostumbres, no soy de esas que hablan mal por quedar guay.
-Si, ya, tu eres guay de por si ¿no?- dijo acercándose mucho a mí. Cuando se pone así me pongo muy nerviosa y no puedo ni mirarle. Cuando conseguí hacerlo, él divertido empezó a morderse el labio inferior.
-No, yo no soy guay, pero no me importa no serlo.
-A mi tampoco.
-Buff si ya. Vamos Harry Styles no digas mentiras que te crecerá la nariz como a pinocho.
-Que no. De verdad, no me importa serlo o no serlo.
-Acércate y mírame a los ojos y repítemelo.- Se acercó mirándome a los ojos. Este chico es un caso, pensé.
-Puedo hacer algo mejor- susurró. Después se levantó mientras me miraba desafiante- ¿crees que alguien guay haría esto?- empezó a bailar en mitad de la cafetería pero de una de esas formas tan raras, su extraña forma de “bailar”. Yo no podía dejar de reírme a grandes carcajadas. Realmente estaba haciendo el ridículo. Sabía que aquello no lo estaba haciendo por llevarme la contraria. Aquella era la loca respuesta a un desagradable hecho. Los dos estábamos tristes por lo que había sucedido y queríamos echar algo de humor al asunto, poder reír y dejar de llorar. En eso los dos somos iguales, intentamos no caer en la desesperación durante mucho tiempo y recomponernos de las cosas malas que nos suceden. La camarera miraba extrañada a Harry y hasta me pareció distinguir una sonrisa en su apagado rostro. Harry me hizo señas para que bailara con él, al principio me negué pero después me levanté. Sonaba “The Scientist – Coldplay” de fondo muy bajito por los pequeños altavoces de la cafetería. Me sonreía y me acercó a él colocando una mano en mi cintura y cogiéndome la otra mano, mientras que yo puse la mano que tenía libre en su hombro. Empezamos a movernos lentamente, como si arrastráramos los pies con el suelo, pero fácilmente nos sincronizamos y bailábamos el típico vals de las princesas y príncipes de los cuentos infantiles. Apoyé mi cabeza en su hombro y me dejé llevar. Bailamos, en silencio, en mitad de la cafetería, en nuestro mundo y si… felices. La canción terminó.
-¿No está mal para un no guay eh?- dijo Harry mientras nos separábamos.
-Bailas de maravilla Harry…
-Tú tampoco lo has hecho mal.
-Si ya, pero no soy yo la que llevaba el control. De verdad, se te da muy bien.
-Me gustan las cosas clásicas. A demás, en todo el día no he podido estar a solas y bien contigo.
-Yo ya extrañaba tus momentos románticos.- Sonrió de nuevo marcando sus adorables hoyuelos y mostrando su encantadora sonrisa. En ese momento me sentía de verdad como la princesa con la que había soñado tantas veces en los cuentos de pequeña, al lado de mi príncipe, aunque este no sea un príncipe cualquiera, es especial. Estábamos a punto de besarnos pero Amanda apareció por allí.
-Ah, ok estáis ocupados os dejo- dijo ella algo roja.
-No, no pasa nada tranquila. ¿Alguna novedad?- la pregunté.
-Acaba de salir el médico. Dice que en unos minutos llegará con los resultados de las pruebas.
-Perfecto, vamos para allá- dijo Harry. Atravesamos de nuevo los largos pasillos y subimos al ascensor en silencio. Otra vez volvía a caer. Mis ánimos volvían a caer pensando en la cruda realidad. De todas formas le daba gracias a Harry por aquel maravilloso suspiro. Todavía se me aceleraba el corazón cada vez que me miraba. Iba ensimismada en mis pensamientos cuando llegamos frente a la puerta de la habitación en la que se encontraba Carol. El ambiente era el mismo. Todos tristes. Yo prefería ni mirar a Niall, tenía la tez completamente roja, al igual que sus ojos de tanto llorar, sin duda, el chico más sensible de la faz de la Tierra. A duras penas era capaz de mantenerse en pie. Harry fue a abrazarlo y Zayn se acercó a mí.
-No aguantará así mucho, espero que Carol esté bien, por ella y por Niall- me susurró Zayn. Le miré algo confundida, ¿a qué se refería con que no aguantaría mucho más? La agarré de la muñeca y le arrastré tras mí hasta alejarnos de los oídos de Niall.
-¿A qué te refieres con que no aguantará mucho así Zayn?
-Pues… hace un momento le dije que si quería que fuera a comprarle algo de comer en la cafetería y me dijo que ¡no! Rosee… un no de Niall a la comida… nunca le había pasado eso.
-Pero Zayn eso es comprensible, yo tampoco querría comer en un momento así.
-No, pero lo que me preocupa es lo que ha pasado después…
-¿¡Qué ha pasado Zayn!?
-Que… he tenido que acompañarle al baño y se ha puesto a vomitar- me llevé las manos al rostro aterrada y sin poder creérmelo- por eso he dicho que espero que esté bien, por el propio bien de los dos.
-Ya… te entiendo… ¿los demás lo saben?
-Sí, se lo he contado, a todos menos a Harry, él estaba contigo.
-Ya… esperemos que todo esté bien yo esto, no aguanto tanta desgracia junta, no hay día en el que no llore, no aguanto más- dije rompiendo a llorar. Zayn como un buen amigo me abrazó, todo estaba resultando ser más difícil de lo que esperaba.
-¿Sois los amigos de Carol?- dijo en ese momento el médico saliendo por la puerta. Al parecer sabía inglés.
-Sí, somos nosotros- dijo Liam.
-Bien, os voy a comunicar el estado de la paciente- respondió el médico. Parecía alguien amable, era alto y algo delgado con poco pelo canoso. Debía rondar los cincuenta años de edad.
-¿¡Carol está bien!?- dijo Niall secante mirando al médico. Éste se acercó a él y le puso una mano en el hombro.
-Tranquilo, no ha sufrido graves lesiones físicas. Lo que tiene que cuidar es su salud psíquica hijo.
-Pero, ¿qué la ocurre exactamente?- respondió Niall.
-Se ha desmayado por el sock emocional que ha sufrido. Gracias a las explicaciones de los hechos que me habéis dado Carol ha sufrido mucho miedo y angustia, y su cerebro no ha sido capaz de aguantar tanta desesperación. La hemos curado las heridas que tenía en los pies, y le hemos tenido que dar puntos en la nuca. Ha perdido sangre, pero no en cantidades alarmantes. Pero como ya te he comentado, lo peor es su estado psíquico. Ahora está despierta, pero antes ha estado balbuceando palabras con el ceño fruncido y parecía que sufría mucho. Creo que recordaba lo sucedido y llamaba a alguien… me parece que a un chico em… Miall o Ciall o algo por el estilo- en seguida los ojos de Niall se llenaron de lágrimas al igual que más tarde los de todos nosotros.
-Me, me llamaba a mí… y yo no estuve ahí para ayudarla a tiempo- dijo a duras penas Niall entre sollozos. Guardamos un minuto de silencio mientras dejábamos que Niall se desahogara.

-Pero ahora debéis darla vuestro apoyo para que se recupere lo antes posible. Es joven y no creo que tarde mucho en superarlo, con apoyo y cariño sanará adecuadamente en todos los aspectos. Seguro que en unas horas la daremos el alta.- finalizó el médico mirándonos a todos.
-¿Podemos entrar a verla?- preguntó agobiada Eveline.
-Lo siento chicos, sois demasiados, podríais ponerla realmente nerviosa y aumentar su inestabilidad emocional en estos momentos. Lo mejor es que uno de vosotros entre en nombre de todos- concluyó. Todos miramos a Niall. Captó la indirecta, se pasó las manos por la cara para despejarse y se secó por completo las lágrimas.
-Iré yo- dijo Niall finalmente.
-Eso esperaba- le respondió el médico con una media sonrisa. Los dos desaparecieron tras la puerta.
Narra Niall:
Me sentía como un auténtico imbécil. Si antes me sentía culpable, ahora lo sentía más. ¡Ella me había llamado! ¡Ella me había llamado y yo no estuve ahí para protegerla! Mi mente era capaz de imaginarse imágenes en mi cabeza mientras ella me pedía socorro. Se me revolvía el estómago pero afortunadamente me sentí muy aliviado al saber que le darían el alta en unas horas y que le habían curado las heridas. El médico abrió la puerta y me invitó a pasar. Allí estaba Carol, sobre una cama de hospital y parecía dormida ya que cerraba los ojos con el ceño fruncido. Tenía unos vendajes en los pies y algunos moratones en la que antes era su perfecta piel. Al escuchar el ruido de la puerta abrió sus ojos azules y me observó. Yo apreté los labios, no era capaz de sonreír, me sentía mal. Ella tampoco sonrió, me miraba con una cara neutral, no expresaba nada, estaba como ausente.
-Os dejo solos chicos- dijo el médico saliendo por la puerta de nuevo. Me acerqué a ella y me senté en una silla próxima a su cama. No dejábamos de mirarnos pero ninguno nos atrevíamos si quiera a gesticular palabra. Decidí que mi corazón hablara así que la di la mano, la acaricié suavemente y después la besé; y mientras besaba su mano las lágrimas cayeron de nuevo sin que yo pudiera controlar mis emociones. 
-Lo, lo siento…- dije casi inaudiblemente- yo… no estuve ahí para ayudarte…- entonces Carol con la otra mano acarició mi pelo con cariño y me obligó a mirarla. Cuando lo hice sus ojos empezaron poco a poco a cristalizarse, pero me sonrió.
-No te sientas culpable Niall. Nada de esto es culpa tuya. Cuando estaba escondida para que no me encontraran pensé en mi familia, en mis amigos… en ti. No te sientas mal por todo lo que ha pasado porque ¿sabes? Cuando lo estaba pasando mal me di cuenta de algo muy importante y me juré a mi misma que haría una cosa si saldría con vida.- Mi corazón palpitaba de tal manera que creía que se me saldría del pecho. Aquella confesión me había puesto la carne de gallina, no sabía ni que decir o que pensar, sólo supe que no pude evitar sonreír al escuchar que había pensado en mí porque no se podía hacer a una idea de cuánto pensaba yo en ella.
-Y… ¿qué juraste?- conseguí preguntar.
-Que te diría que…- no, no, esto no podía ser real, ¿qué sería? ¿Aquello que yo nunca había sido capaz de decirla a la cara? Un hormigueo intenso recorrió todo mi estómago - que yo…
-Te quiero- dijimos al unísono. En ese instante toqué el cielo. Aquel bienestar no podía ser humano. Mi corazón definitivamente estalló. ¿Y si no era eso lo que me había dicho y me lo estaba imaginando? Fuera como fuese, la sonrisa de mi cara no podía ser más grande al ver la felicidad de la cara de Carol. Me acerqué a ella, tomé su cara entre mis manos y allí, en una sala de hospital, nos besamos apasionadamente después de habernos declarado nuestro amor y escuchábamos vítores procedentes del otro lado de la puerta...
Continuará…

Bueno directioners, ¿os ha gustado? Como siempre me encantará leer vuestros comentarios, pero antes tengo algo muy importante que deciros porque no os quería poner tristes antes de tiempo. Voy a hacer un descanso con la novela. El parón en sí, durará un mes. ¿Que por qué? Digamos que voy a estar de vacaciones en EEUU, concretamente en Chicago con la family que tengo allí y estaré un mes. No sé si por casualidad subiré algún capítulo desde allí pero no os aseguro nada porque no me voy a poder llevar el portátil y voy a estar recorriéndome la ciudad de arriba abajo disfrutando a tope. En los ratos libres, intentaré escribir, por sien el caso de que desde allí no pueda subir ningún capítulo, hacer maratón en cuanto llegue. Os quiero y espero que este "final" os haya dejado un buen sabor de boca. Os quiero mucho, no lo olvidéis. 

Raquel :D

Nueva temporada: 


Capítulo 40:



Narra Rosee:
Estaba tumbada en mi cama, sobre el mullido colchón y me sentía tan ligera como una pluma. Aspiré una gran bocanada de aire mañanero que pasó dificultosamente por mi nariz medio taponada. De una patada, me liberé de las sábanas que me cubrían y me desperecé; estirándome y moviendo cada una de mis entumecidas articulaciones. Tragué la saliva caliente que tenía en la boca, intentando sin éxito no saborear el interior de mi boca. Cuando decidí que ya estaba lo suficiente relajada abrí los ojos, que repentinamente me ofrecieron una imagen muy borrosa de mi habitación. Los rayos de luz produjeron un efecto cegador en los ojos, así que los cerré apretándolos algo dolorida. Después, mi instinto me hizo buscar con las manos el cuerpo de Harry entre las sábanas, deseosa de entrar en contacto con su tibia piel. Pero por más que lo intento no lo consigo. Me incorporé abriendo los ojos de nuevo como platos. Al hacerlo tan bruscamente empecé a sentir náuseas y mareo. Raro, porque yo siempre me levantaba así normalmente y no me sentía así. Miré alrededor y vi que no estaba, y empecé a recordar.
Hacía más de dos meses que Harry y yo estábamos juntos, y sí, hoy era el día en el que se marchaban. Mis amigos, mis ídolos, mi Harry. El día anterior estuve colmada de cariños suyos, palabras bonitas y besos; muchos e increíbles besos. Entre los dos habíamos organizado una cena en mi casa, ya que mis padres estaban de viaje por separado y Álvaro iba a salir de fiesta toda la noche. Harry había sido todo un caballero. Se encargó de la comida, la decoración… en definitiva, cada detalle que por muy insignificante que fuese consiguieron sacarme una sonrisa. Después de aquella velada, sin recordar muy bien donde empezó todo, él y yo nos demostramos el infinito amor que sentíamos el uno por el otro de la forma más bella y pura que el ser humano conoce… fundiéndonos en uno solo. Y después, agotada y llena de amor, me había quedado dormida sobre su pecho desnudo, sintiendo sus caricias y el latir rítmico de su corazón.
Ahora no estaba y eso me puso nerviosa. Habíamos quedado en despedirnos cuando el avión partiera aquella tarde, pero se suponía que íbamos a pasar la mañana juntos hasta que llegase el momento. El no tenerlo a mi lado después de la que fue sin duda la mejor noche de mi vida, creaba una angustiosa sensación que me oprimía el corazón. Me levanté de la cama y empecé a buscarlo.
-¡Harry!- grité al principio relajada, una extraña sensación de vértigo me invadió al igual que ganas de vomitar cuando empecé a caminar- ¡Harry!- no me respondía y cada segundo que pasaba hacía que la desesperación se apoderara de mí- ¡Harry! ¡Harry cariño respóndeme!
Recorrí cada habitación, cada rincón de mi casa y no encontré ni rastro de él. Me sentí abandonada, realmente mal. Se había marchado, ¿pero por qué? ¿Por qué no estaba tumbado a mi lado diciéndome lo guapa que estoy cuando me levanto? ¿Por qué no pude besarlo y sonreírle al escucharle? Hasta que una idea cruzó mi mente y la reflejé en voz alta.
-Puede que haya tenido alguna urgencia y para no despertarme me ha dejado alguna nota- si, será eso, ¿por qué no está aquí si no? Voy a la cocina y miro en el frigorífico donde él sabe que mis padres me dejan muchas veces notas; pero por más que busco alguna suya, no la encuentro. Un insoportable nudo se me formó en la garganta.
-Tal vez me ha dejado algún mensaje- musité intentando no darme por vencida y reprimiendo las lágrimas en los ojos. Me sentía fatal. Algo dentro de mí me decía que había pasado algo. Volví casi volando por encima de las escaleras, ya me daban igual las náuseas o los mareos, sólo quería saber que estaba ocurriendo. Me abalancé en el escritorio para ver los mensajes de mi móvil. Lo desbloqueé. 0 mensajes.
Una lágrima silenciosa cae por mi mejilla, y otras más la relevan. ¡Que está ocurriendo!, pensé aturdida. Y ahí es cuando me di cuenta de que me dejó una nota justo al pie de la foto que nos hicimos juntos el primer día que nos conocimos. Sí, cuando después de haber estado haciendo el tonto con el trapo en la cabeza me dijo que quería hacerse una foto conmigo. Amaba esa foto, siempre me traía buenos recuerdos. Sonreí, seguro que Harry tenía una buena explicación. Que tonta había sido al pensar barbaridades. Me sequé las lágrimas e intenté calmarme antes de leerla. La cogí entre mis manos y vi que era un trozo de papel arrancado de cualquier manera de vete tu a saber que libreta. Sentada en mi cama, empecé a leer en voz alta:
Hola Rosee. No te molestes en buscarme, a estas horas estaré lejos volviendo a mi país. Tengo que decirte algo, algo que no tengo el valor de decírtelo a la cara. No quiero estar atado a ninguna chica ahora que se acaban las vacaciones y tengo que estar de giras y de fiesta. Ha sido agradable estar contigo todo este verano, pero abre los ojos y date cuenta de que una superestrella como yo, no puede estar con una chica normal como tú. Seguro que encontrarás a otro chico con el que puedas estar bien y no conmigo porque yo no podré darte lo que necesitas. Te estoy haciendo un favor. No soportarías el odio de miles de personas hacia ti ni el constante acoso de las cámaras y no podríamos estar a penas juntos. Además… no tengo fuerzas ni ganas para luchar por ti. Sigue con tu vida porque yo seguiré la mía. Te dejo.
                                                                                                      Adiós.
GRITÉ. GRITÉ MUCHÍSIMO, CON TODAS MIS FUERZAS EN UN INTENTO DESGARRADOR DE DESCARGAR LA RABIA Y LA IRA QUE ME CORRÍA. Me llevé las manos a la cabeza y la apreté como si fuera un limón. Después, incapaz de controlar mi fuerza, bajé las manos arañándome la cara con las uñas. Sentí que moría, que todas mis fuerzas se escapan por mi boca. Me ha dejado, la persona a la que más necesito y amo me ha dejado, pensé. No puede ser real, no puede estar pasándome esto, no dejo de repetirme. Las lágrimas caían por mis mejillas como si fuera una fuente.  Me caí de la cama y me di de bruces contra el suelo, ni si quiera intenté evitarlo. Apreté los puños y empecé a dar golpes. Al suelo, a mí misma, nada importaba. Ya no había razón para seguir viviendo. Los nudillos me sangraban pero no podía parar. El dolor de mi corazón roto era mucho más intenso que el de mi cuerpo. Deseaba morir, acabar con mi existencia sin sentido. No dejé de gritar en ningún segundo y empezaba a quedarme sin voz. Sufrí convulsiones y un ataque de ansiedad y entonces… DESPIERTO. Despierto gritando y llorando a mares. Harry está casi encima de mí, frustrado me intenta sujetar para que me despierte y deje de lanzar puñetazos y patadas.
-¡Rosee! Rosee por favor tranquilízate princesa, es solo una pesadilla- me repetía desesperado. Jadeaba y un sudor frío recorrió mi frente. Dejé de gritar. El corazón todavía estaba a cien por hora. Harry se acercó a mí despacio, y me abrazó para tranquilizarme.- Ya pasó, no llores pequeña, estoy aquí- continúa Harry, yo seguía sin reaccionar. Él me abrazaba pero yo seguía inerte tirada en la cama. Soltaba continuos gemidos lastimeros y seguía llorando con el miedo aún en mis huesos. Estaba temblando y apreté los dientes en mi mandíbula con fuerza, hasta que casi se rompen. Noté un fuerte dolor en mi mano derecha, seguramente había golpeado algo mientras dormía. A algo o a alguien… En seguida Harry vino a mi mente, que seguía abrazado a mí. Al pensar que pude hacerle daño reaccioné por primera vez desde que desperté y le abracé fuerte, muy fuerte, como si mi vida dependiera de ello, aunque realmente así era.
En pocos segundos, como si de un efecto mágico se tratara, dejé de llorar y temblar al tocar a Harry, sentir su calor, poder verle, olerle y escuchar como se preocupaba por mí. Nada había sido real. Él estaba ahí, a mi lado, no me había abandonado y me quería. Era él mismo quien estaba abrazándome y besando mi cuello en ese instante.
-No te has ido, sigues aquí- farfullé. Harry se separó despacio de mí, intuyendo que cualquier movimiento brusco podría volverme loca. Sostuvo mi cara entre sus manos y me miró a los ojos. Más tranquilidad, mas alivio me inundó al sentir su mirada. Con sus pulgares limpió las numerosas lágrimas que tenía y pegó su frente a la mía.
-Claro que sí, estoy aquí contigo, como siempre lo he estado- me respondió con su voz tranquila y algo ronca que pone al levantarse por las mañanas. Las palabras se filtraron lentamente hasta mi cerebro que a esas horas de la madrugada estaba apagado, le costaba asimilar cualquier cosa y encontrar algún significado coherente. Cerré los ojos. Estaba conmigo, todo estaba bien. Nos quedamos en silencio y no nos movimos.
Se lo agradecí mentalmente. Después de tener esa pesadilla desearía poder estar pegada a él siempre; y no era la primera vez, ya había soñado lo mismo cinco veces sin contar aquella. Pero a pesar de saber lo que sucedería, todo en mi pesadilla es como si fuera nuevo, como si lo viviera por primera vez. Y era horrible. Si no hubiera estado Harry ahí me hubiera puesto a gritar y llorar como las veces anteriores, solo que Álvaro era el que me consolaba. Dejé de pensar e intenté dejar la mente en blanco. Después, traté de distinguir las cosas reales y las que no. Estaba en mi cama, pero Harry estaba conmigo. Mis padres están de viaje, volverán al medio día y Álvaro se ha ido de fiesta. Anoche Harry y yo cenamos juntos en mi casa y…un momento. Abrí los ojos de golpe para comprobar si llevaba el pijama puesto o no; me relajé al instante al comprobar que sí lo llevaba puesto, lo que significaba que Harry y yo sólo dormimos, como siempre. Estaba algo mareada sí, pero seguro que era por haber estado llorando y gritando. Llevábamos más de dos meses juntos y el verano está llegando a su fin. Y One Direction volvería al Reino Unido dentro de… dos días.
Un pinchazo atravesó mi corazón. Intenté contenerme las lágrimas de nuevo, pero no funcionó. Justo cuando Harry me lo contó empecé a tener esas pesadillas. Se me cayó el mundo encima. Recordé que intenté desesperadamente convencer a mis padres para que me dejaran mudarme a Londres diciéndoles que Álvaro vendría conmigo, ya que era mayor de edad y yo aún no lo era; que tenía nota suficiente como para recibir una beca de estudios allí si la solicitaba y que podría trabajar como ayudante del técnico vocal y sonido de la discográfica. Ahí fue cuando les confesé que había estado haciendo las prácticas en secreto durante todo el verano y que decían que ya estaba capacitada de sobra. Según ellos, tengo una especie de “don” que muy pocas personas tienen para arreglar canciones. Es decir, si algunas notas fallan o no pegan con la melodía de una canción, yo hago que se equilibren y que al final suene bien. Por supuesto, las prácticas no las hice con Simon, que es el que reconoce el talento cuando lo tiene delante, ni con Paul, que es el manager de los chicos que se encarga de los temas de contabilidad, giras y contratos. Las prácticas las hice con Mike, el técnico vocal y sonido, o simplemente, el profesor de canto. Como veis, no tendría problemas allí. No estaría sola, Álvaro cuidaría de mi (y viceversa), seguiría estudiando, desarrollaría aún más mi inglés, alquilaríamos algún piso y yo contribuiría a pagarlo.
Pero nada valía, la respuesta de mis padres siempre era un no rotundo. Claro, quién iba a hacer caso a una chica enamorada de dieciséis primaveras…Entonces yo me enfurecía de tal manera que escapaba por mi ventana, salía a correr, por supuesto seguida de Napoleón, hasta nuestro lugar especial; aquel prado junto al río donde Harry y yo siempre podíamos estar tranquilos y conservaba los mejores recuerdos de mi infancia con Álvaro. El mismo lugar en el que hacía ya más de dos meses que Harry y yo solíamos ponernos a cantar juntos a capela o con música instrumental del móvil. Él seguía siendo a la única persona a la que podía cantar a la cara. Y allí lloraba horas y horas hasta que se hacía de noche y los mosquitos me hacían volver a casa.
-Es otra vez esa pesadilla, ¿verdad?- Harry me sacó de mis pensamientos, no me había dado cuenta de que seguíamos en la misma posición desde hacía ya varios minutos. Yo asentí ligeramente y desvié mi mirada hacia sus manos, que estaban entrelazadas con las mías debajo de nuestras cabezas.- Lo sabía… ¿y no me lo piensas contar? Tal vez si me lo dices dejas de soñar con eso- me dijo en tono protector. No, no se lo había contado. No tenía las agallas suficientes para contarle lo que supuestamente me hacía en mi pesadilla.
-Sé que tiene que ver conmigo, has dicho mi nombre varias veces- soltó Harry de pronto visiblemente apenado. Le observé, si rostro se distinguía casi a la perfección por los rayos plateados de la luna que entraban por mi ventana. Sus ojos brillaban expectantes y su cabello estaba alborotado. Tenía el pelo algo más liso, pero seguía siendo encantador. Tragué saliva.
-No creo que sea capaz- respondo ahogando un gemido. ¿Qué pensaría después de escucharme? ¿Qué estaba loca, era tonta, o que mi cerebro no es capaz de entender que me quiere de verdad cuando me lo repite a cada momento? No quería hacerle pensar que era así de negativa y desconfiada con él; que él sería capaz de hacer una cosa así. Nadie es capaz de controlar lo que sueña.
-Mira Rosee… sé que es algo malo y que tiene que ver conmigo. Pero es sólo un mal sueño. Tal vez yo sea la persona idónea con la que te desahogues. Sólo es y será un sueño y eso es lo que será siempre. Te voy a seguir queriendo igual que antes después de escucharte, sea lo que sea.- Y justo cuando estaba dispuesta a responderle con otra escusa dijo: tienes que confiar en mí. Ya, a esa frase no me podía negar, no estaría bien. Así que me senté, tomé aire y empecé a narrar lo que sucedía. Lo que habíamos echo aquella noche, que era el día que se marchaba, que le busqué por toda la casa sintiendo náuseas y mareos pero no le encontraba, lo de los mensajes… La cara de Harry se iba entristeciendo por momentos hasta que cuando le digo lo que ponía en su nota se le pusieron los ojos brillantes y puso uno de sus dedos sobre mis labios y me hizo callar. Después se acercó a mí y me besó intensamente, mientras nuestras lágrimas se mezclaban. Y sin saber muy bien por qué, distinguí culpabilidad en el beso.
-Tranquilo, como tú dices es sólo una pesadilla- dije para calmarnos a los dos.
-Sí pero… princesa, no sé como has aguantado seis noches así.- Guardamos silencio. La verdad es que tenía razón, era raro que hubiera aguantado tanto tiempo, pero tenía mis razones. Creo que soy más fuerte de la que pensaba al fin y al cabo. Como Harry se quedó ausente observándome, tal como yo con él antes, le acaricié la mejilla para sacarlo de su mente.
-Te amo. Nunca te haría algo así- me dijo. Sonreí por primera vez desde que me desperté. Una extraña de sensación de alivio me reconfortó. Ya lo sabía, pero escuchárselo decir a él me liberaba. Él tenía razón, me sentí mucho mejor.
-Lo sé- contesté. Le sonreí y después le acerqué a mí y le besé. Después él se tumbó boca arriba de nuevo sonriente y yo me abracé a él rodeada por mi cintura por uno de sus brazos.
Cuando los rayos de sol entraron por la ventana, me desperté. Busqué a Harry con las manos ciegamente y no lo encontré. Abrí los ojos enseguida. Allí estaba, sentado sobre la silla de mi tocador, dormido, y sobre la mesa había un desayuno para dos. Sonreí. Seguramente esperó a que me despertara pero al final se acabó durmiendo en la silla.
-Harry despierta- dije con voz melosa mientras le sacudía un poco.
-Mmmm…oh…cinco minutos más…- Hahaha parecía un niño pequeño. Me acerqué a su mejilla y empecé a darle pequeños besos por toda la cara y me tiré así más de diez minutos. Cuando me separé de él abrió los ojos.
-¿Por qué te paras?- me preguntó entonces el muy pícaro y yo solté una carcajada.
-Hahaha pues porque veo que te está gustando. Soy maaala- dije mientras me llevé una de las galletas que trajo a la boca. Entonces Harry se puso de pie, me cogió en volandas, ignorando mis súplicas y después me tiró sobre la cama para hacerme cosquillas mientras yo lloraba de la risa.
-¡Para! ¡Para! ¡Me vas a matar!- dije gritando como podía ya que no conseguía hacer que entrara aire en los pulmones.
-¡Ni hablar! ¡Ahora yo soy el maaalo!- me respondió aumentando la intensidad de las cosquillas. Creo que empecé a ponerme roja por la falta de aire.
-Vale, tu ganas, por favor ¡no puedo respirar!- le chillé intentando apartar sus brazos de mí sin éxito alguno. Es mucho más fuerte que yo y no podía hacer nada. Seguía riéndome a carcajadas hasta que él fue bajando el ritmo hasta detenerse completamente. Estaba jadeando rendida, luchando por volver a respirar.
- Eso, yo gano, siempre consigo lo que quiero. Y ahora dame un beso en condiciones- me pidió mientras me apartaba el pelo de la cara y me sonreía. Su sonrisa, hasta que no la veo no son los buenos días. Lo miro. Lleva dos meses a mi lado, haciéndome la chica más feliz de la Tierra. No, más allá, del Universo. Ha sido sin duda el verano más feliz de mi vida. Excepto por algunos baches grabados en mi memoria. Como aquella noche en la discoteca, cuando a Carol le pasó todo aquello. Pero como se suele decir, no hay mal que por bien no venga. Carol está ahora más llena de vida que nunca y no es para menos, tiene un chico maravilloso a su lado… Niall. Juntos son puro amor. Aquello consiguió que se unieran, y todos estábamos felices de verlos juntos.
-¿Quieres dejar de mirarme y besarme de una vez?- me preguntó mi Harold poniendo boquita de pez. Hahaha si, a menudo le llamo así porque le hago de reír. Con mi dedo índice toqué su mejilla y sus hoyuelos se hicieron presentes. Me reí. Le agarré del pelo y lo atraje hacia mí. Le besé, con todas mis ganas. Era como la primera vez, seguía flotando hasta rozar el cielo con cada beso suyo. Deseé quedarme besándole durante todo el día, pero a parte de que empezaba a quedarme sin aire, teníamos que ir a trabajar. Sí, los dos, aunque aquel parecía ser mi último día.
Continuará…


Capítulo 41:


            
Narra Rosee:

-Sabes que estaría todo el día así, pero tenemos que estar en tu casa en menos de una hora- le digo a Harry cuando consigo separarme de él, y no fue nada fácil.  Bajo mi mano de sus hombros a sus abdominales, que se marcan más que hace dos meses. Sí, está sin camiseta, bueno, y sin pantalones también. Sólo lleva los boxers, como siempre que estamos solos en casa. Al final he aceptado su manía de andar medio desnudo por ahí, aunque al principio me costaba mucho mirarle sin rubor.
-Ok, desayunemos- dice finalmente y quitándose de encima de mí. Me incorporo y recojo mi mata de pelo en un moño improvisado. Nos tomamos el desayuno. Huevos con bacon, en mi honor por supuesto. Cuando acabamos, llevamos la bandeja a la cocina y recogemos las cosas. Después subimos a mi cuarto de nuevo. Abro mi armario para pensar que ponerme, mientras Harry casi se cae al suelo intentando ponerse de pie los pantalones. Al final, me pongo unas bailarinas, unos vaqueros rotos y una olímpica con una de mis múltiples camisas a cuadros. Me cambio en mi cuarto con Harry a mi lado, no me avergüenza estar a su lado en ropa interior. Vamos, si él está todos los días así con migo, ¿de qué tendría que avergonzarme? Empiezo a quitarme el pijama y me quedo en ropa interior.
-Uff esto no es bueno- dice Harry. Se ha vestido en dos segundos, y se ha quedado sentado en mi cama mirándome.
-¿Qué no es bueno?- le pregunto haciéndome la inocente, aunque sé perfectamente a que se refiere. No es la primera vez ni mucho menos que me dice algo parecido; en realidad, me dice algo así siempre que dormimos juntos.
-Que seas tan… sexy- veis, lo que yo decía. Me rio y lo ignoro aunque siempre me gusta que se ponga así de cariñoso conmigo.
-Anda Mr. Sexy, dime qué me hago en el pelo, ¿suelto o recogido?- me limito a decirle. Ríe, se pone en pie y abre la ventana. En seguida, un airecillo fresco entra por toda la habitación.
-Déjatelo suelto. Algo de calor te dará en la moto- responde. Tiene lógica, aunque tampoco sirve de gran ayuda en ese sentido.
-No más que estar pegada a ti- le respondo pícara. De todas formas no le contradigo y me acomodo el pelo hacia un lado deshaciendo mi moño de andar por casa. Cuando acabo miro el reloj. Las diez menos veinte, el tiempo justo para llegar allí a las diez.
-Vamos, se nos hace tarde- digo mientras le lanzo su chaqueta y tiro de él hacia la salida después de coger mi bolso. Justo cuando llegamos a la entrada mi teléfono móvil empieza a sonar. Miro para ver quien llama mientras salimos al exterior y veo que es Louis. Lo cojo.
-Dime Lou.
-¡LEVANTAR DORMILONES!- grita Louis al otro lado de la línea tan fuerte que casi me queda sorda- ¡DEJAR DE HACER COSAS SUCIAS Y VENIR, OS NECESITAMOS PARA ENSAYAR!
-Hahaha para tu información, loco, ya salimos y segundo, ¡NO HACEMOS COSAS SUCIASS!- grito en el mismo tono que Lou. Si supiera lo de mis pesadillas… seguro que no diría eso, pero vamos, me lo tomo como otra de sus bromas. De fondo escucho risas generales, pero lo que más se nota son las carcajadas de Nialler que parece que le va a dar algo.
-Ok, pues subir vuestros traseros a la moto y venir ya. Os quiero aquí en veinte minutos.- Responde Lou. Luego cuelga y no me deja responderle. Guardo el móvil en el bolso y salimos de casa poniéndonos el casco.
-Está loco, pero lo quiero- digo mientras me abrazo a Harry en el asiento.
-Sí, a mi me pasa lo mismo- responde Harry animado. Pega uno de sus típicos acelerones pero yo ni me inmuto ante él; ya me he acostumbrado. Fuera hace mucho viento algo gélido que delata el fin del verano y el principio de la próxima estación. Por la carretera hay numerosas hojas secas, las primeras que no han sido capaces de permanecer unidas a las ramas por más tiempo. El cielo está lleno de nubes, y a lo lejos la mayoría son grises. Es muy probable que llueva. Curioso, mi estado de ánimo se encuentra muy similar al temporal que nos rodea. Aunque me mantenga sonriente, estoy en ruinas. Al final está ocurriendo lo que siempre temí. Un amor imposible. Dos días, hoy y mañana, sólo estos dos días más para tenerlo a mi lado. Después tanto él como mis amigos desaparecerán y sería muy probable que no los volviera a ver, como poco, en meses. Tal vez hubiera sido mejor que no sucediera. Tal vez aquel día no debí dejar que mi perro se comiera mi desayuno, que hubiera salido a correr tras él y que no le hubiera conocido. Hubiera sido mejor que nunca le hubiera visto, ni hubiera hablado con él y que no me hubiera enamorado de aquella forma tan intensa y sincera. No, ¿qué estoy pensando? ¿No conocer a Harry? Aunque tuviéramos que estar separados a mil años luz, preferiría haberle conocido, amado y que se hubiera marchado, a que sólo aquello ocurriese en mis sueños. Sí, había sido muy afortunada. Ya sabía que este momento llegaría algún día, pero no esperaba que fuera a llegar tan pronto. Es inútil, no me dejarán ir a Londres. Mis padres ni siquiera saben que él y yo estamos juntos. Los suyos tampoco. La prensa, por muy increíble que resulte, no logró dar con ellos. Incluso afirmaron que se encontraban en algún lugar de Francia. Idiotas. No. No me podían quitar ahora a la gente a la que más quiero. No seré capaz de soportarlo. Porque no solo One Direction se va. Eveline y Carol deben volver con ellos. Amanda dice que se escapará de casa. No quiere alejarse de Zayn; incluso hablarla del tema la vuelve paranoica. Pero sé que a sus padres la dejarán, al menos durante un tiempo. Tiene familia allí que puede encargarse de ella aunque no necesite a nadie. Cumplió los dieciocho a finales de Agosto, al igual que Liam, que hizo los diecinueve. En cuanto a Juliet… es la única que tiene posibilidades de quedarse aquí en España. Ella es demasiado tímida como para declararse a Liam, y a éste le pasa lo mismo. Sólo necesitaría que Liam se la declararse para ir a Londres o a donde hiciera falta, como si es al fin del mundo. Como yo haría con Harry si tuviera la oportunidad, pero es imposible. A esas alturas me maldigo por no haber nacido antes y poder hacer lo que quisiera. Como Amanda. Tengo miedo. No quiero perderlos, pero sobre todo no quiero perder a Harry, mi mejor amigo y mi novio. Él… es parte de mí. Si él no está vuelvo a ser aquella chica de principios de verano, a la que odiaba. Necesito sus abrazos, sus besos, sus caricias, sus chorradas y sus “te quiero” constantes. Necesito esos ojos que me han hecho por primera vez amar. Necesito sus manos que apartan mis lágrimas cuando estoy triste. Necesito sus brazos fuertes y cálidos que me envuelven cada vez que tengo una pesadilla o no puedo dormir. Necesito escuchar su voz junto a la mía cuando cantamos. Y… no puedo soportar el dolor que aparece cuando siento que lo van a separar de mí y que tal vez, sea un adiós definitivo o cuando lo vuelva a ver ya no sea el mismo. Intento mantenerme fuerte, intento disfrutar de lo último que nos queda juntos porque al final todo se quedará en esto. Un amor de verano. No puedo. Soy incapaz de fingir que nada ocurre. Mi pecho se contrae y después lloro sobre el hombro de Harry. Pero el motor de la moto hace demasiado ruido como para que él se dé cuenta de lo que me pasa. Mejor, pienso para mis adentros, así no tendrá que consolarme por enésima vez. En los diez minutos siguientes consigo calmarme y llegamos a nuestro destino. Agradezco no haberme echado rímel. Él es el primero en bajar de la moto, y después me coge y me eleva como si no pesara nada para luego dejarme en el suelo. Siempre que hacemos eso me siento como una bailarina. Después nos quitamos los cascos, intentando no mirarle en ningún momento en los ojos. Me da la mano sin sospechar nada y nos acercamos a la entrada. Abrimos la puerta sin llamar o necesitar llaves, sabemos que nos esperaban.
- Voy al baño Harry, ahora mismo vuelvo con vosotros- digo escabulléndome y dejando espacio entre nuestras manos.
-Está bien- responde. Por el tono de voz que me ha puesto, sé que me observa con cara de preocupación. Subo las escaleras y entro en el baño más cercano de la entrada. Como es el que más usan los chicos, tiene todo tipo de cosas tiradas por todas partes. Ropa sucia, envoltorios de comida,  peladura de fruta, maquinillas de afeitar, peluches, una pila de folios… Vamos, cosas en su mayoría que una no se espera encontrar en un baño. Me empezaba a dar miedo tanto desorden sin control. Me acerqué a uno de los lavabos y apoyé en él mis brazos. Descansé así por unos segundos, después levanté la cabeza y me miré en el espejo. Mis ojos estaban rojizos por los lloros y algo hinchados. Sin embargo me veía diferente, me veía más madura, mas mayor, mas independiente. Tampoco era muy normal que estuviera tan morena, con lo blanca que soy. Tantas horas en la piscina con los chicos y nadando en el río  han dado un tono bronceado precioso a mi piel. Hasta tengo el pelo algo más claro, como si tuviera mechas y está más largo y rizado que de costumbre. Me lavo la cara y me despejo. Cuando acabo de colocarme un poco el pelo, y ver como me sienta la ropa, bajo a reunirme con los chicos. Como paso por la cocina antes de llegar al salón, al primero que me encuentro es a Niall haciéndose su ¿tercer, cuarto? Sándwich de la mañana. Y eso que son solo las diez.
-Hola Rosee- me saluda este con una amplia sonrisa. De todos los chicos, es con quién más me he unido este verano. Supongo que porque fui la única que se dio cuenta de lo que sentía por Carol y le apoyaba en silencio. Él también me ha apoyado en mis baches con Harry. Es un gran amigo, lo mejor que se puede pedir- ¿Has dormido bien? A mí me ha costado levantarme hoy pero, ¡he conseguido madrugar de buen humor!
-Hola Niall, vaya, me alegra porque no hay quien te aguante con el mal despertar que tienes por las mañanas hahaha. Yo he pasado una mala noche pero Harry estaba conmigo así que todo arreglado. Disfruta del sándwich.
-¿Quieres uno?- me pregunta con la boca llena, como si posara para una foto de lo más cómica.
-No, no hace falta. El desayuno me cundió.
Después salí de la cocina y me dirigí al salón. Los chicos estaban enfrente del televisor con los mandos de la consola y jugando un partido de fútbol. También estaban Mike y Simon, sentados en unos sillones más alejados de los demás, hablando posiblemente de la lista de concierto que tienen los chicos en cuanto lleguen al Reino Unido.
-¡Sí, te vuelvo a ganar!- decía Liam orgulloso.
-No vale, ¡tu eres el único que aguanta tanto tiempo sin ir al baño!- gritó Zayn. Louis y Harry se reían de ellos, daba gusto verlos así. En ese momento Mike se percató de mi presencia.
-Chicos, dejad ya los videojuegos, tenéis que ensayar, estamos todos, ¡Rosee ha llegado!- dijo Mike sonriente.
-¡Yeeaahhh!- gritó Lou super feliz de verme allí, tanto que salió disparado hacia mí para darme uno de sus efusivos abrazos, tanto que me levantó del suelo.
-¡Tranquilo Lou! ¡No soy Kevin!- grité cuando ya me hacía hasta daño.
-Lo sé. Kevin tuvo que irse volando para emigrar. Lo echo de menos. Pero dice que nos veremos en primavera y que Zayn es un chico muy bueno- respondió Lou; yo sonreía, es imposible no hacerlo con él y Zayn se puso colorado y todo.
-¿¡Cómo va a emigrar una paloma disecada!?- gritó Liam, que también es el que tiene más manía a Kevin. Le encanta hacer de rabiar a Lou.
- En primer lugar, esa paloma tiene nombre, es Kevin, y es mi mascota. Y en segundo lugar, ¡no está disecada, Kevin vive!- reprochó Lou de nuevo.
-Sí vive… en nuestros corazones- añadió Zayn poniéndose una mano en el pecho y mirando a quien sabe dónde.
- Y aquí está el filosófico Bradford Bad Boi- dijo mi Harold.
-¡Que ya no digo eso!- dijo Zayn intentando hacerse el molesto, pero no puede evitar reírse.
-Relajaos-digo- como ha dicho Mike, es hora de ensayar y yo ya tengo ganas de que el aire se llene de música. ¿Vosotros no?
-Sí, ¡vamos!- gritaron todos a coro mientras se dirigieron a la sala de ensayos. El día estaba demasiado alterado como para salir a ensayar bajo el sauce.
-Por eso eres mi favorita- dice Mike mientras los chicos se van, agradeciéndome que los controle un poquito en su nombre. Me cae muy bien Mike. Es muy alto, debe rondar los dos metros, tiene un cuerpo muy bien proporcionado y en forma. Es rubio, muy rubio, con ojos castaños, labios finos y una gran sonrisa permanente. Lo que más llama la atención de él, a parte de su extravagante vestuario, es que tiene unas pestañas suuuuperlargas. Si no fueran tan rubias parecerían abanicos. Muchas veces me quedo mirándoselas sonriente, y cuando me pregunta qué es lo que hago, le respondo diciéndole que me gustaría echarle rímel algún día. Y reímos, reímos constantemente como si fuéramos un par de adolescentes, aunque él debe rondar los treinta. Siempre tiene un carácter alegre, y si no le conociera de nada, diría que él y Louis son de la misma edad.
En ese instante Simon se despide de nosotros y se va. Ambos avanzamos hacia la sala de ensayo. Yo delante y Mike detrás. Siempre insiste en eso de “las señoritas primero”. Pasamos por la cocina y veo que han llevado a Niall también a ensayar. Llegamos a aquel lugar de la mansión en el que me encanta estar. Es una habitación muy espaciosa, con bastantes instrumentos musicales. Las paredes son de color crema y el suelo es de madera color caoba. Las paredes además, por supuesto, están forradas de corcho por dentro, para que el sonido que se genere en el interior no salga al exterior y viceversa. Hay grandes altavoces y amplificadores de sonido a parte de un par de sofás. Mike y yo nos sentamos en ellos mientras miramos los apuntes y los chicos ocupan sus puestos. Por un momento pasa por mi cabeza que no voy a volver a hacer lo que estoy haciendo, así que decido aprovechar el momento hasta el final.
-¿Me dejas una guitarra Niall? Quiero acompañaros- digo. Sí, parece una novedad, pero sé tocar la guitarra. Niall ha sido muy buen profesor y durante estos dos meses hemos dedicado una hora de cada día a aprender a tocar ese maravilloso instrumento. Las clases me han funcionado mucho y ya sé tocar partituras enteras. Según Niall, es que aprendo muy deprisa, pero yo creo que es porque tengo muy buen profesor. Sin duda aquello hizo que nos uniéramos mucho más.
-Sí por supuesto, la de siempre ¿verdad?- me pregunta Niall. Yo asiento sonriente, éste se levanta y me la entrega. Este chico tiene más guitarras que calzoncillos, pienso divertida. Empezamos tocando What Makes You Beautiful, el gran éxito de One Direction. Creo que se la saben tan bien que podrían cantarla dormidos. Mis hábiles dedos rasguean las cuerdas de la guitarra, dejando sonar exactamente las mismas notas que la guitarra de Niall, y acompañando las cinco increíbles voces de los chicos. Terminamos y pasamos a otra canción. Y así una detrás de otra fuimos tocando todas las canciones del álbum, poniendo toda nuestra fuerza y empeño en cada nota. De vez en cuando alguno hace un gallo gracioso, otro nota que su voz está rara y se para, u otro empieza a reírse en mitad de la canción y acaba contagiándonos a todos. Los ensayos son de los más divertidos. Y sin darnos cuenta, nos dan las tres de la tarde.
-Wow chicos, increíble ensayo, si lo hacéis así en cuatro días ¡vais a arrasar!- les dice Mike a los chicos mientras se despide de ellos.
-Gracias Mike, nos vemos en el estudio- responde Liam.
-Y en cuanto a ti preciosa- me dice Mike- te voy a echar mucho de menos. Eres encantadora y me ha encantado tenerte de ayudante. Al fin Harry ha acertado con una chica como tú. Es una lástima que no me sigas ayudando en el estudio porque tendrías un puesto asegurado. Y bueno, si alguna vez pasas por Londres no te olvides de venir a verme. Yo estaré esperando.
-Gracias Mike, te aseguro que lo haré si tengo la oportunidad. Yo también te echaré de menos- sí, lo haré. Mike es una de esas personas que siempre llaman tu atención y son difíciles de olvidar. En ese instante me contengo las lágrimas. No soporto las despedidas. Lo abrazo y después se marcha en su coche. Él volará esta tarde a las siete, le necesitan allí. Los chicos se irán a la misma hora pero del día siguiente. Mañana. Mañana puede que me quede tan sola como a principios del verano. Los ojos se me nublan y el pecho vuelve a comprimirse. Los chicos me miran, y nada mas entrar en contacto con sus miradas me echo a llorar. El primero en abrazarme el Liam, que está a mi lado; y después todos forman una piña a mi alrededor. Me desahogo con ellos mientras intentan calmarme. Tampoco es la primera vez que me pasa.
-Ven, vamos fuera. Tengo que decirte algo- me dice Harry mientras pasa un brazo por mis hombros. Yo asiento y los chicos se van a la cocina a preparar algo. Sé que hoy comeré con ellos, no hace falta ni que me lo digan. Me abrazo a mi chico y salimos al exterior. El aire fresco de Septiembre golpea mi cara y mi pelo se alborota con el viento. Ambos nos dirigimos al pie del gran sauce llorón. Bajo su inmensa copa, la violencia del aire es mucho menor, y se convierte en una brisa agradable. Nos sentamos sobre las hojas secas que han empezado a aparecer en el suelo,  y Harry toma mis manos y las acaricia con suavidad. Las mías están frías como el exterior pero las suyas son cálidas y agradables al tacto, irradian calor. Nos miramos a los ojos. Los suyos reflejan miedo, angustia, dolor… son únicos, diferentes y aún no acierto muy bien a definirlos con un color. Ahora parecen verde esmeralda.
-Escapa conmigo- me dice. La frase me queda aún más helada todavía. ¿Escapar con él? Sí, podría. Sería perfecto. Siempre a su lado. Estaríamos juntos para los restos. No. Claro que no podría. Están mis padres, mi primo, mi hogar, mi país. Es imposible.
-Sabes que no puedo- le contesto azorada.
-Tengo tu billete de avión- me dice muy serio.
-Harry sabes que no…
-Y también otro para tu primo y para Napoleón, si es eso lo que te detiene.- Me destroza. Sabe que no puedo, por mucho que me insista. Parece desesperado.
-No, no puedo. No sólo es cuestión de eso cariño.
-¿Y qué necesitas?
-Que mis padres que estén de acuerdo.
-Muy bien. Lo soluciono ahora mismo.- Lo miro incrédula, ¿Qué pretende?- Pásame el móvil.
-Pero… ¿¡qué vas a hacer!?
-Voy a llamarles, decirles que soy tu novio y que te vienes conmigo a Londres.
-¿¡Pero no puedes hacer eso!?
-¿¡Por qué no Rosee!? Levamos más de dos meses saliendo. Hemos superado nuestras riñas y hemos vivido muchas cosas juntos. Yo te amo y tú me amas. Tal vez sea lo único que necesiten saber para entendernos.- A Harry le brillan los ojos por la emoción del momento. Yo no sé que pensar. Tenía las ideas muy claras pero las palabras de él me han descolocado por completo; y lo peor es que hasta creo que tiene razón. ¿Ya es hora de que lo sepan no? Sabemos que nos queremos y que no soportamos la idea de que todo se acabe aquí. Tal vez sea el detonante que buscaba para hacer la bomba estallar. Pero aun así no estoy convencida del todo. El miedo me puede, la situación me supera.
-Yo, yo…- balbuceo. No sé que decir. Harry se acerca a mí. Nuestros alientos chocan. Enreda sus dedos en mis cabellos y junta nuestros labios, primero sólo es una caricia, pero luego las presiona fuertemente contra los míos y dejamos que nuestras lenguas se enlacen. Y aquel fuego intenso se enciende en mi interior y se extiende hasta la punta de mis dedos. Las mejillas me arden. La sensación de placer hace que rodee su cuello con mis brazos para sentirle más cerca aun. Se separa de mi, aunque yo me quedo con ganas de seguir besándole.
-Es lo único que nos queda por intentar- dice Harry- ¿lo haces tú o lo hago yo?- pregunta mirando mi móvil.
-Lo haré yo- digo decidida. Él sonríe. Nada más que por eso ya merece la pena. Unos increíbles nervios aparecen en mi estómago. Marco el número de mi casa y escucho los pitidos hasta que lo cogen.
-¿Hola?- pregunto.
-Sí, hija- me responde mi madre- ¿vienes para casa?
-No, me voy a quedar con mis amigos a comer.
-Ah, está bien. A todo esto, hay algo que tengo que decirte.
Continuará…


Capítulo 42:
            
Narra Harry:
La miro. Está preciosa, ha madurado. Su pelo se ha desplazado hacia el lado derecho por la brisa. Su cara ha afinado en estos dos meses, sus labios parecen más carnosos y sus ojos tienen otro brillo. Se está convirtiendo en una mujer preciosa, cada vez que la miro parece estar más guapa. Estoy locamente enamorado de ella y lo que es más importante… ella también lo está de mí. De hecho está hablando con su madre para contarle lo nuestro y sé que es capaz de escapar conmigo. Pero hay algo que ella no sabe y me mata no poder decírselo porque estoy arto de verla sufrir por mi culpa. Sólo unos segundos más. Estoy nervioso; me toco un poco el pelo y respiro hondo, deseoso de ver su reacción cuando se entere.
Narra Rosee:
El corazón me va a mil. Harry parece pensativo y hasta aliviado. No entiendo por qué, si este momento es crucial y como mi madre no me deje ir… será el fin. Mis nervios se desbordan pero ahí es cuando escucho la frase: hay algo que tengo que decirte. ¿Qué es lo que me querrá decir mi madre? ¿Tiene que ser ahora? No, estoy decidida y le contaré primero lo nuestro, no aguanto ni un minuto más con tanta presión.
-Sí, sí, pero tengo que decirte algo muy importante mamá- digo para que me deje hablar primero.
-Vale hija, pero seguro que no es tan importante como lo que yo te tengo que decir- me contesta. ¿Pero qué es lo que quiere? No, ¡yo seré la primera en hablar! No aguanto más.
-¡Que sí lo es!- grito para expresar mi urgencia y ya de paso quitarme algunos nervios de encima.
-Está bien, tú primera- responde mi madre. Suena alegre, divertida, hasta de buen humor. Buena señal, es el momento perfecto.
-Prométeme que no me colgarás- sentencio antes de nada.
-Ok- me responde. Ya, es el momento. Estoy temblando, nunca había tenido que hacer algo así. Harry se da cuenta, me da la mano y la aprieta ligeramente. Con una mirada le doy las gracias y empiezo.
-Yo…- no sé qué decir. Tenía pensado un discurso en mente por si este momento llegaba, pero me he quedado en blanco, así que mirando a Harry a los ojos digo- Harry y yo somos novios. Llevamos juntos desde hace dos meses. Lo quiero, más que a mi vida mamá y él también me quiere. Estamos enamorados y no puedo quedarme aquí. Necesito ir a Londres para estar más cerca de él y, si es necesario, me escaparé con tal de estar a su lado- ya está, lo solté, ni yo misma me puedo creer que haya dicho la última frase pero así ha sido. Silencio al otro lado de la línea. Seguro que no se esperaba que la dijera algo como aquello. No dejo de mirar a Harry, intentando sumergirme en sus ojos donde siempre estoy a salvo y en calma. Un miedo extraño y angustioso aparece en mi estómago y creo que dejo incluso de respirar. No ha sido nada fácil y entonces mi madre dice:
-Lo sé.- ¿¡Qué!? ¿¡Que lo sabe!? ¡Qué esta diciendo! ¡Eso es imposible! ¡Se ha vuelto loca! Pero… ¿lo sabe? Entonces… ¿ahora qué? ¿Incluso sabiéndolo no me deja irme a Londres? Entonces me doy cuenta de que Harry sonríe, muchísimo y sus ojos están llenos de felicidad. No entiendo nada, abro los ojos como platos y lo miro incrédula.
-¿Qué?- consigo susurrar.
-Pues que lo sé. Harry nos lo dijo- dice mi madre. Llena de asombro miro a Harry y sonrío a más no poder.
-Pe, pero…- sigo estando confusa. ¿¡Cómo que Harry se lo ha contado!? ¡Por qué nadie me ha dicho nada!
-Vamos tranquila, seguro que tu novio te lo explica ahora.- ¿¡La que habla es mi madre o la han secuestrado unos extraterrestres!? Me esperaba una discusión no que lo aceptara así de bien y contenta.- Bueno, ahora tengo que decirte algo, algo que sé que estás deseando escuchar desde hace una semana. Vas a ir a Londres.
Narra Harry:
En ese instante el corazón de Rosee se para y los ojos la empiezan a brillar. El móvil que sujetaba con la mano cae al suelo. Tiene la boca abierta de par en par formando una inmensa sonrisa. Yo me río a carcajadas. Ya lo sabe, al fin lo sabe. Parece que la ha dado algo mirando al infinito. Entonces yo con una mano giro su cara para que me mire y cuando lo hace, la beso mientras ambos sonreímos.
-Sorpresa- susurro cuando nos separamos, saboreando aún la miel de sus labios. Es lo que la quería decir desde hace algunos días cuando la veía llorar porque decía que no quería separarse de mí, porque yo sabía que al final no lo haríamos. Pero la espera valió la pena. Y Rosee sonríe, sonríe tanto que su sonrisa parece infinita e inagotable. Y entonces se pone en pie y empieza a correr mientras grita de alegría, y yo la sigo corriendo y gritando como ella. Es una sensación indescriptible, uno de los momentos más felices de mi vida. Llegamos al borde de una ladera cercana y entonces Rosee se tira y va haciendo la croqueta ladera abajo mientras no deja de reír sonoramente. Menos mal que todo tiene césped y está bien cuidado gracias al jardinero. No me lo pienso y me tiro tras ella, y ambos nos encontramos tirados en el césped mirando la inmensidad, excitados y felices. Rosee se gira y se tira encima de mí eufórica mientras empieza a darme besos por toda la cara y el cuello.
-Te quiero. Te quiero. Te quiero, Te quiero- no para de decir entre  beso y beso y yo sonrío como un tonto enamorado. Hago que pare y la acerco a mis labios que se unen tan rápido y tan fuerte, como si de imanes se tratasen. Jugueteamos un poco, ella muerde ligeramente mi labio inferior, y yo beso la comisura de sus labios; y entonces aprovecho que abre un poco su boca para que nuestras lenguas cobren protagonismo. Se me pone la carne de gallina, el corazón me late a mil. La adrenalina en mi cuerpo sube por momentos, quiero más. Acaricio sus hombros, sus brazos, sus caderas y mis manos terminan acariciando su espalda bajo la camisa que tan bien le queda. El beso continúa. Perdemos la cabeza, la mente, la noción del tiempo, todo. Ambos estamos concentrados en el placer que sentimos. Nos cuesta respirar, jadeamos. Y nos sentimos bien, más que bien, en el cielo. Pero bajo el ritmo, no es el momento ni el lugar para llegar a más. La cosa se nos está yendo de las manos y a mi me cuesta parar la excitación que tengo. Si no, a ese ritmo la hacía mía ahí mismo.
-¿Qué ocurre?- pregunta Rosee. Es bella, talentosa y sí, sensual, muy sensual. Yo miro para abajo y me rio. Cuando se da cuenta a lo que me refiero, enseguida se quita de encima y se ríe nerviosa.
-No es el momento- la digo cuando ambos nos quedamos en silencio y la miro apoyándome en un costado. Ella está tumbada, como yo, mirando el cielo, en el que ha aparecido un haz de luz solar en mitad de las oscuras nubes.
-Lo sé- en ese momento se gira para mirarme y se pone roja como un tomate- Pero… estaba tan bien que…- a mi se me escapa una carcajada, no me esperaba que dijera eso y ella también ríe. Me acerco a ella y le beso en la frente, después la observo y la pregunto muy serio:
-¿Estabas preparada?- era una pregunta importante, muy importante. A penas hablamos del tema aunque yo siempre la gasto mis bromillas. No pienso precisamente en eso cuando estamos juntos, pero no voy a negar que más de una vez se me haya pasado por la cabeza. En fin, soy un tío como todos ¿no? Rosee se acerca a mí y me abraza. Me siento genial cuando lo hace, como si fuera su super héroe y la protegiera.
-No lo sé- responde, no sé como interpretar eso, así que la miro curioso para que se explique- Es cierto, no lo sé. Sólo sé que esta vez no he tenido miedo y que no me hubiera importado seguir.
-¿¡Qué!?- respondo totalmente sorprendido, ahora resulta que el que no quería era yo cuando era todo lo contrario- Vaya, la he cagado.
-Hahaha no seas tonto, tienes razón, no era el lugar ni el momento. Es sólo que… creo que estoy tan feliz que nada me importa.- Sonrío y la doy un pico.
-¿Te ha gustado la sorpresa?
-Sí, muchísimo pero no lo entiendo ¿cómo es que mis padres saben lo nuestro? ¿Y por qué ahora me dejan irme?- no puedo evitar sonreír al recordar la que lie cuando los padres de Rosee se enteraron de lo nuestro, sin duda fue lo más vergonzoso que he hecho en mi vida. ¿Debería contárselo? Supongo que sí porque si no se lo digo yo, se lo dirá Álvaro así que…
-¿Quieres que te diga cómo se enteraron?
-Si por favor. Me he quedado helada cuando he visto que mi madre me decía que ya lo sabía y no sabía que decir o qué pensar. Me debes muchas explicaciones señorito Styles.
-Hahaha bueno pues, todo ocurrió hace más o menos un mes. Aquella tarde en la que nos quedamos viendo Love Actually en tu casa, ¿recuerdas?- Rosee asiente y yo sigo- Bueno pues después de eso, como habíamos estado la noche anterior en el teatro viendo a Amanda actuar hasta las tantas, ¿recuerdas que nos fuimos a dormir a tu cama de lo cansados que estábamos?- Rosee vuelve a asentir y en ese momento abre muchísimo los ojos.
-No me digas que mis padres nos vieron…- susurra, yo me empiezo a reír otra vez.
-Sí, si que nos vieron. Es más, cuando tu padre y Álvaro llegaron a casa vieron como tu y yo estábamos dormidos y abrazados en tu cama.
-¿¡Qué!? Hay madre que vergüenza, ¡y yo no me enteré de nada!
-Sí, estabas dormidita pero a mí tu primo me zarandeó para despertarme y yo claro, ya me conoces, me abracé aún más a ti- Rosee suelta una carcajada y yo también. Fue de lo más cómico y el padre de Rosee viendo como uno de los “amigos” de su hija, estaba acostado con ella abrazándola y en ropa interior. Vamos si hubiera estado yo en su lugar… no sé que habría echo.
-OMG pero que vergüenza, ¿y después que pasó? ¿Qué les dijiste?
-Pues después de que tu primo me zarandeara varias veces más, abrí los ojos, y al ver a tu padre allí pegué un brinco del susto y me levanté rápidamente. Tenía hasta un poco de miedo porque me miraba con una cara… parecía que me quería matar y no le culpo. Y cuando me di cuenta de que estaba en ropa interior… ya no podía ni mirar a tu padre a la cara. Entonces me pidió una explicación para lo que estaba haciendo, por supuesto me lo tradujo Álvaro, y yo me vestí deprisa y se lo conté todo a tu padre.
-Pero, ¿¡todo todo!?- pregunta Rosee divertida.
-Sí, todo. Que estábamos juntos, que te quería, y que eras lo mejor que me había pasado en resumen- digo intentando quitar importancia al asunto. Rosee no puede creerse que lo que le estoy contando sea cierto y no sale de su asombro.
-Y… ¿qué te dijo mi padre?
-Pues al principio no me hablaba, se quedó como mudo, callado y perplejo; no parecía tan enfadado como antes. Pero, después de unos minutos de reflexión en silencio me dijo: me gusta que seas sincero conmigo. Y después se fue.
-¿¡Se fue!?
-Sí, salió de casa. No me dijo nada más. Y yo pues claro no me podía quedar con dudas, así que le seguí y le pregunté si… bueno en fin que si yo podía ser tu…
-¿Novio?- pregunta Rosee emocionada. Yo asiento y de nuevo se acerca a abrazarme.- Eres muy valiente Harry, no esperaba que fueras capaz de hacer algo así por mí.
-¿No lo esperabas? Yo soy capaz de hacer eso y mucho más por ti- digo mientras el corazón me late más fuerte por decir una verdad como aquella. Sí, definitivamente sería capaz de hacer cualquier cosa por ella.
-Awww Harry… yo también hago locuras por ti. Irme a Londres es una de ellas por ejemplo.
-¿No te gusta Londres?
-Sí, claro que me gusta. Debe de ser una ciudad preciosa con muchas cosas para entretenerte y eso pero… no sé, es otro país, otro idioma, otra gente… ay ¡tengo miedo!
-No te preocupes, yo estaré ahí para ayudarte.
-Pero y si no puedes estar, quiero decir, y si tienes que marcharte a un tour durante meses, ¿qué voy a hacer?
-Te llamaré todos los días, a todas horas, te mandaré mensajes aunque allí sea de madrugada para decirte buenos días princesa, nos veremos por Skype o Twitcam o yo que sé, pero te juro que no habrá día en el que no te vea o hable contigo.- A Rosee le brillan los ojos, creo que se va a echar a llorar. La acerco a mi pecho y la rodeo con mis brazos. No creía posible querer tanto a una persona.- Te amo.
-Yo también te amo Harry- contesta Rosee como si fuera música celestial para mis oídos.
-Bueno, ¿vamos dentro? Aquí hace un aire… no quiero que te resfríes- sugiero.
-Claro, vamos para dentro- nos incorporamos y regresamos a casa de la mano. Al entrar todos corren hacia la entrada y nos pegan un susto de muerte.
-¿Qué ha pasado, qué ha pasado?- pregunta Niall.
-¿Estás bien?- pregunta Zayn a Rosee.
-¿Qué la has dicho?- me pregunta Liam.
-¡Vamos soltarlo!- grita Lou. A mi me va a explotar la cabeza un día de estos.
-¡ME VOY A LONDRES!- grita entonces Rosee. Todos saltan y pegan gritos de alegría y por supuesto yo también. Mi chica se viene conmigo, estoy deseando que mi madre la conozca, sé que le va a gustar. Una chica buena, guapa, simpática, talentosa, que me ayuda en mi trabajo… Vamos, seguramente si por ella fuera sería su otra hija hahaha.
-¿¡Pero cómo!?- pregunta Niall.
-Pues no lo sé. Mi madre me ha dicho que voy a ir pero me he puesto tan feliz que hasta he tirado el móvil al suelo. Ups- dice Rosee abriendo los ojos como platos y palpándose los bolsillos del pantalón- Vuelvo en un segundo- dice entre risas al darse cuenta de que su móvil sigue tirado bajo el sauce. Todos la siguen con la mirada hasta que desaparece tras la puerta. Después me miran sonrientes.
-¿Qué la has dicho para que al final venga?- me pregunta Zayn con una mirada tan pícara que hasta me asusta.
-Nada, lo que siempre. Bueno, que se escapara conmigo.- Respondo un poco vergonzoso.
-Aaaa OMG creo que todavía no he superado que estéis juntos- dice Lou haciendo pucheritos y llevándose las manos a la cara. Yo me acerco a él y le doy un abrazo. Sé que lo dice en broma pero también sé que lo ha estado pasando muy mal con lo de Eveline. Me lo contó hace un mes o así y yo al principio no era capaz de creerle. Pero un día que no era capaz de dormir fui a su habitación y me sorprendió encontrarle llorando acurrucado bajo las sábanas; y claro, al final me dijo lo que le ocurría. Tiene que doler que tu amor no sea correspondido, aunque a mí eso no me ha pasado aún.
Narra Rosee:
No me lo creía, ¡me iba a Londres! Pero, pero, ¿¡pero cómo!? No cabía en mi cabeza la razón por la cual mis padres me dejan marcharme. Y lo que me ha contado Harry… Uff ¡que vergüenza! Ahora resulta que mis padres lo saben todo y yo poniendo escusas tontas todo el tiempo. Veremos a ver como les miro yo a la cara ahora, pienso. ¿Pero cómo les habrá convencido este chico? ¿Qué les habrá contado para que ni si quiera me hayan reñido ni nada? Y entonces, si lo sabían desde hace un mes… ¡sabían que me iba a marchar! Pero, ¿¡qué sacaban con no decirme nada!? Con la de lágrimas que he soltado con ese tema, ¡serán malos!
Al fin llego al pie del sauce y encuentro a mi móvil. Menos mal que la funda lo ha protegido y no se ha roto. Me agacho y lo recojo del suelo mientras lo limpio un poco. Aún funciona. ¿Debería llamar a mi casa y pedir explicaciones para todo esto? Tal vez. Puede que sea lo mejor. Entro en mis contactos y llamo. Pip, pip, un pitido tras otro, empiezo a pensar que no hay nadie en casa. Me muerdo los labios. Seguro que han ido a coger algo al McDonald. Pero justo cuando iba a colgar:
-¿Diga?- esa voz. Sólo puede ser una persona.
-¡Álvaro!- saludo contenta.
-Ah hola Rosee- es extraño, se le nota triste.
-Oye Álvaro, ¿te pasa algo? Te noto triste, ¿estás bien?- silencio, pasan los segundos, incluso llego a pensar que me ha colgado o me he quedado sin cobertura pero entonces me dice:
-No, no estoy bien- responde finalmente ahogado como si estuviera a punto de echarse a llorar. Me siento mal, por primera vez algo empieza a torcerse, y sé que es algo gordo porque Álvaro nunca llora. Ni siquiera recuerdo si alguna vez lo he visto llorar.
-¿Quieres hablar de ello? Ya sabes que estoy aquí para lo que sea- le digo. Más silencio, el asunto me empieza a preocupar de verdad. No tendrá que ver con… y sí, es por ella, sus siguientes palabras me lo confirman.
-Es por Eveline.
Continuará…





5 comentarios: